“…sí, sí, que son obreros sí sí… son los mineros, los estudiantes, los pobladores
los que resisten
cientos de miles por todo Chile…”

Noviembre de 2019, un mes de movilizaciones y lucha callejera. Por arriba, un traicionero Acuerdo por la paz se fragua en la cocina de los partidos de los 30 años, mientras en las calles nadie cede un milímetro.

El MIT es parte de esa marea, en Punta Arenas, en Santiago y en Valparaíso.

Ya se cuentan 22 muertos, 2.200 heridos y 230 mutilaciones oculares.

Lienzo del MIT en plaza Dignidad

Mientras, plaza Dignidad continúa floreciendo en cientos de banderas. Chilenas, mapuche, del Colo, de la U, de la diversidad sexual, del Wipala. Entre ellas, los compañeros levantan orgullosos el lienzo del MIT, que se hizo habitante de la plaza desde el primer día. Ese lienzo, nuestro lienzo, nació de las manos de sastre de nuestro compañero Rodolfo.

“Carter”

En esos hilos y esa tela, Carter se hacía presente junto a nosotros; aunque él, aquejado del corazón, permanecía hospitalizado. Aun así, quería estar en carne y hueso, y se lamentaba de no poder hacerlo.

Fue Rodolfo, hermano, padre, tío, activista por pensiones justas, dirigente vecinal y poblador histórico de su querida Juan Antonio Ríos, activista de la tercera edad. Sastre de oficio, cartero por necesidad, trabajador en lo que fuera. Ocupado cariñosamente de su hermana mayor postrada, a quien cuidaba con esfuerzo, voluntad y pocos recursos.

También fue Carter, fiel militante trotskista. En plena dictadura, Rodolfo ingresó al PST, sección chilena de la LIT – CI, y por ello vivió la prisión política. La democracia burguesa y su vana promesa de alegría no empañaron su convicción por construir la herramienta revolucionaria para la clase trabajadora, convicción que lo llevó a transitar junto a otros compañeros en el MAS, MPS e Izquierda Comunista, antecesores del MIT.

Para ir a reuniones, volanteos, pegatinas de afiches y tallarines, recorría en micro desde Renca a Estación Central, Macul o Puente Alto. En su opinar político siempre reflejaba calma, fraternidad y respeto hacia sus compañeros.

Alegre y solidario, tenía siempre historias para compartir … y enseñar. Disputaba a Milo el primer lugar en venta de periódicos, pero no había quién le ganara en anécdotas durante su andar por la vida y la militancia.

Hoy, tres años después de su partida, la imagen de Carter portando una bandera está viva junto a nosotros cada vez que levantamos el lienzo del MIT que él nos legó.

Acompañamos en esta conmemoración a su familia. Honramos su recuerdo.

¡Compañero Carter, presente!

¡Hasta el socialismo, siempre!

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