La Voz de los Trabajadores entrevista a la periodista palestino-brasileña Soraya Misleh y al periodista sirio actualmente refugiado en Brasil Victorios Bayan Shams
LVT – Hace 10 años empezó un proceso revolucionario en Túnez que se extendió a varios países del norte de África y Medio Oriente. ¿Qué pasó y por qué ese proceso fue importante para el mundo?
Victorios: Los pueblos del mundo árabe eran gobernados por regímenes autoritarios, títeres del viejo colonialismo, y esos pueblos ya no toleraban más la pobreza, la ignorancia, el hambre y la opresión.
Esos regímenes justificaban esa situación de dictadura y miseria con el pretexto de enfrentar al enemigo sionista (Israel). Eso ocurría en Siria y en Irak durante el gobierno del Partido Socialista Árabe Baath, y en Egipto bajo el gobierno de Gamal Abdel Nasser.
En otras ocasiones usaban el pretexto de estar alertas contra un misterioso y desconocido enemigo extranjero: fuerzas islámicas en algunos regímenes como Egipto, Síria y los estados del Golfo; o los países occidentales -los mismos que los financian, como es el caso de al-Sissi en Egipto, cuyos medios de comunicación repiten que el Occidente trabaja para derrumbarlo.
A pesar de eso, la realidad llegó a un punto de explosión en la mayoría de los países, cuya chispa fue la auto inmolación del vendedor ambulante Mohamed Bouazizi en diciembre de 2010 en Túnez después de haber sido insultado por la policía. Esta fue la chispa de las revueltas populares; contra los regímenes dominantes y el colapso de los muros del miedo en toda una región del planeta que comparte los mismos valores culturales, idiomas y religión; con el potencial de extenderse por el mundo.
Soraya: Las revoluciones fueron muy importantes para la lucha por la liberación de Palestina, ya que se dirigieron contra regímenes árabes autoritarios, muchos de los cuáles sustentan el Estado sionista.
La revolución en Egipto abrió las fronteras de Gaza sitiada por los sionistas y por el régimen de Mubarak (ex dictador de Egipto). La juventud en la plaza Tahrir (principal Plaza del Cairo) ocupó la embajada israelí en Cairo en solidaridad al pueblo palestino.
Para el revolucionario palestino Ghassan Kanafani, la causa palestina enfrenta tres enemigos: el sionismo y el imperialismo por un lado, los regímenes árabes vecinos, y las elites palestinas. Las revoluciones árabes enfrentan los regímenes vecinos y el propio orden imperialista en la región.
LVT – En Latinoamérica, muchas organizaciones de izquierda, chavistas y el Partido Comunista cubano apoyaron a los dictadores de Libia y Siria. Qué opinan ustedes sobre eso? Cuál fue la posición de la Liga Internacional de Trabajadores en ese entonces?
Soraya: Los partidos de izquierda que apoyaron las dictaduras contra las revoluciones populares cometieron un grave error. Yo, como palestina, quiero dejar claro que ninguna de esas dictaduras están al servicio de la liberación de la Palestina, al contrario de lo que dicen. La lucha palestina es hermana de las luchas por la libertad y justicia social en todo el mundo. La LIT (Liga Internacional de Trabajadores) y las organizaciones que la integran apoyaron y apoyan incondicionalmente todas las revoluciones árabes y la lucha por la Palestina libre, del río al mar.
Victorios: En verdad, desde el primer momento, esos partidos de “izquierda” estuvieron al lado de los dictadores de la región y consideraron las revoluciones conspiraciones contra ellos. Quizás sea la lógica del pensamiento estalinista que los haya llevado a tales resultados. Quiero decir, embellecer y glorificar al dictador y considerar que no hay alternativa obrera y popular a él. Eso fue hecho no solamente por los partidos de izquierda de América Latina, sino también por todos los partidos estalinistas, nasseristas y nacionalistas del mundo árabe, que cerraron los ojos frente a la tragedia popular y justificaron los crímenes de esos regímenes, cometidos contra inocentes con el argumento de que esos regímenes tiránicos serían un mal menor frente al peligro del terrorismo islámico inventado por los propios servicios de inteligencia de esos regímenes.
Además de eso, esos tiranos gastaron mucho dinero del pueblo en algunos de esos partidos y organizaciones de izquierda para cobrar su apoyo en el momento preciso. Eso llevó el pueblo a no creer más en esos partidos de izquierda o nacionalistas, ni en sus ideologías.
LVT – Hoy, 10 años después, ¿qué balance podemos hacer de esas revoluciones? ¿Hubo conquistas para el pueblo? ¿Cuáles fueron los límites de esos procesos revolucionarios?
Victorios: Como dije antes, esas revoluciones acontecieron después de muchos años de autoritarismo y pobreza. Los pueblos de la región sabían lo que querían, pero no sabían cómo lograrlo. Esto representó un límite para las revoluciones y sus conquistas. Lograron derrumbar algunos símbolos del autoritarismo como los dictadores Ben Ali (Túnez), Kadafi (Libia), Mubarak (Egipto) y Saleh (Yemen) y conquistaron algunas libertades democráticas en Túnez. A pesar de que las causas de las revoluciones en los distintos países árabes sean similares, sus resultados fueron diferentes por varios motivos. Uno de ellos fue la brutal represión con miles de muertos a que fueron sometidas las revoluciones en Siria, Yemen y Libia. Dos veces, la revolución siria casi derrumbó al régimen; en 2013 y 2015; pero fue detenida por la intervención militar de las milicias ligadas a Irán, como las del Hezbollah y de las Fuerzas Armadas rusas, que impidieron la caída del régimen a cualquier costo, bombardeando ciudades enteras con sus escuelas, hospitales, panaderías y mercados populares. Podemos decir que las conquistas más importantes alcanzadas por esas revoluciones son la consciencia colectiva de que ningún régimen es eterno, y la caída de los muros del miedo.
Soraya: Esas revoluciones también derrumbaron mitos sobre la incompatibilidad de la cultura árabe con derechos democráticos o que las mujeres árabes no se levantan contra la opresión. Ellas también mostraron que la resistencia de los oprimidos es el camino para la liberación y la justicia social, que nada podemos esperar del imperialismo, de la ONU o de los regímenes árabes autodenominados nacionalistas. Son las mujeres y los hombres de la clase trabajadora, la juventud pobre, campesinas y campesinos que llevarán la lucha hasta el final.
LVT – ¿Cuál es la importancia de estudiar esos procesos para entender lo que está pasando en Chile, Estados Unidos, y otros países latinoamericanos hoy?
Soraya: Todas las revoluciones dejan lecciones para las luchas futuras. El mundo está globalizado y también las formas de dominación y represión contra quienes luchamos por justicia social. Veamos los sionistas, que desarrollan nuevas tecnologías de represión y vigilancia contra el pueblo palestino y después las exportan para que sean usadas en la represión a la revolución chilena, en el movimiento por justicia por George Floyd en EEUU, y contra la juventud negra y pobre en las periferias de las grandes ciudades brasileñas… Tenemos que estudiar cada revolución y construir la solidaridad internacional para derrotar a los opresores en todo el mundo.
Victorios: Creo que el balance más importante de lo que pasó en el mundo árabe es que una revolución, por más fuerte que sea, está sujeta a la derrota sin una organización revolucionaria que tenga una visión y un programa claros, además de su apoyo en el pueblo trabajador.
Las revoluciones enfrentan un oponente organizado, que tiene el Ejército, la policía, los servicios de inteligencia, los partidos burgueses e incluso la “legitimidad internacional”, sin hablar, obviamente, de los partidos estalinistas que están listos para apoyar a los tiranos.
Esto significa que la derrota de la tiranía exige una organización inteligente y valiente, dispuesta a asumir los riesgos en el momento correcto. Nada impide la repetición de la experiencia siria en Chile, que tienen en su historia una dictadura similar o lo que vivimos en Siria con el gobierno de Hafez al-Assad. Lo que no teníamos en Siria es lo que los revolucionarios chilenos y todos los revolucionarios de América Latina y todo el mundo necesitan construir: la organización revolucionaria.