Ya va más de un año desde que las calles estallaron ese 18 de octubre, todos vemos que la masividad de las protestas no es la misma, por eso se abre un cuestionamiento si la gente se olvidó de la lucha, si ahora los únicos que siguen en las calles son “los reales”, si la revolución acabó, etc.

Sí, no soltar las calles, pero ¿basta con eso para triunfar?

Sabemos que los cambios que necesitamos solo los lograremos a través de la movilización, pero la lucha espontánea en sí misma no garantiza esos cambios. Desde el MIT, decimos que la verdadera efectividad revolucionaria es si logramos disputar  la conciencia de la clase trabajadora para una propuesta profunda de comprensión de qué tipo de sociedad queremos construir y cómo lo llevamos a cabo en Chile y a nivel mundial, porque revoluciones, contrarrevoluciones y rebeliones han existido muchas, hoy el mundo está convulsionado: Myanmar, Paraguay, lo que ocurrió en EEUU, Colombia, etc, sin embargo toda esa energía revolucionaria se puede dispersar si no avanzamos en tener esa comprensión consciente y preparada, que también debe tomar las lecciones de las revoluciones anteriores de Chile y el mundo.

Por otra parte, hay organizaciones políticas de carácter anarquistas y/o colectivos antifascistas que el centro de su actividad política es solo decir que hay que seguir luchando, se destacan por sus cursos de autodefensa siendo un ejemplo de educación práctica frente a la represión -y en ese sentido les reivindicamos-. Sin embargo, tienen una política que aparanta ser más radical pero debilita la revolución, ya que plantean a los activistas que se lancen a seguir realizando acciones por su cuenta, que “no se puede esperar a la clase obrera”, que no hay que votar en la constituyente porque es solo un circo electoral (lo que a nivel histórico es cierto, pero cierran la puerta para dialogar y hacer la disputa a la clase trabajadora). Con esa política de aislamiento será más fácil la derrota que imponga el gobierno y sus fuerzas represivas contra nosotros, pues se aprovechan de que somos menos para reprimir más brutalmente. Es simple, dividir para gobernar y debemos tener una política que busque contrarrestar ese intento de división que nos quieren imponer.

Nosotros planteamos que no te separes de tus compañeros de trabajo y de tu entorno, que permanezcas ligado a ellos para convertirte en su dirección, que detectes por qué cosas se pueden movilizar y a partir de ello abrir debates más profundos, claramente algunos pueden ser ganados, otros no, pero lo que no podemos hacer es aislarnos. Ser revolucionario no es solo “quien más está en la calle”, sino quien se esfuerza en pensar y en actuar para disputar la consciencia de las masas y así la revolución avance en triunfar. Hoy los luchadores, tenemos como una tarea central disputar la consciencia de las y los trabajadores que pueden caer en la trampa de la Constituyente, y esa disputa no se da eludiendo el Proceso, marginándose de él y de las expectativas de la gente y solo denunciándolo como un circo electoral como hacen las organizaciones ultraizquierdistas, se da participando activamente de él  -a través de candidaturas o apoyando críticamente a candidaturas- para no marginarse de la mayoría trabajadora, para desnudar ante ellos desde ya las trampas que quiere imponer el empresariado, el Partido Comunista y el Frente Amplio, desnudar al explicar pacientemente que no basta con escribir “derechos” en una constitución, que no basta el proyecto de indulto para liberar a todos nuestros compañeros presos políticos que necesitamos una amnistía sin condiciones, que no basta con votar para cambiar la vida, que debemos retomar la lucha por sacar a Piñera y que vaya a la cárcel por todos los crímenes cometidos contra nuestros compañeros/as, decir que un gobierno como el de Jadue no será la solución, pues para conquistar todo lo que necesitamos debemos avanzar en la autoorganización para llegar a que la clase trabajadora tome el poder vía revolucionaria, pues vía las elecciones de los ricos será imposible.

¿El pueblo unido avanza sin partido? Por fin, sabemos que detestamos a los partidos políticos de los 30 años y al Partido Comunista y al Frente Amplio, pero ¿eso nos puede llevar a la conclusión de que las y los trabajadores no nos debemos organizar en un partido revolucionario?, ciertamente no, pues para avanzar en comprender las tareas de esta revolución abierta y aprender de los aciertos y errores de las revoluciones anteriores, necesitamos organizarnos de forma más consciente, necesitamos construir un partido para esa disputa política e ideológica. Ciertamente ese partido revolucionario hoy no existe, pero desde el MIT reconociendo todas nuestras debilidades, queremos apostar en la construcción de ese partido a nivel internacional formando parte de la LIT-CI, y creemos que los luchadores conscientes deben construir con nosotros ese proyecto, de lo contrario, la organización de la burguesía se impondrá por sobre nosotros.   

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