En alguna parte del mundo ya gobernaron los trabajadores? O estamos destinados a salir cada 4 años para votar en los políticos corruptos y burgueses que nos van a representar?
por David Espinosa y Luis Cortés (dirigente Sintrasar)
Estamos en época de elecciones. En la televisión todos los días aparecen los candidatos con innumerables promesas. Los trabajadores sabemos que antes de las elecciones los políticos prometen hacer todo lo que no hicieron en años. Vienen las elecciones. Sea cual sea el candidato electo, termina por hacer lo mismo. En realidad, la vida del trabajador común, que despierta temprano, que tiene que tomar el transporte público, llevar sus hijos a la escuela, trabajar todo el día… nuestra vida, no cambia. Entran políticos, salen políticos y todo sigue igual – o peor – los sueldos ya no alcanzan, las deudas crecen, los tacos son cada día peores.
La mayoría de los políticos electos no gobiernan para sus electores. Gobiernan para los que pagan sus campañas. Ahí están los verdaderos dueños de la pelota, los ricos, los empresarios, los banqueros. Los políticos hacen el servicio sucio para que una pequeña parte de la sociedad siga viviendo con sus privilegios y la mayoría siga trabajando hasta no poder más.
En la televisión nos muestran todos los días que la política es sucia. Que los políticos prometen y no cumplen, que hay corrupción. Vemos el bajo nivel de los candidatos, los insultos etc. Cualquier trabajador tiene asco a esa política. Pero los trabajadores también participan de la política. Cuando luchan por sus derechos, cuando hacen huelgas, cuando van a las marchas NO + AFP, cuando se organizan en los barrios para mejorar sus condiciones de vida. Eso también es parte de la política. Cuando los trabajadores y trabajadoras del sur, hace pocos años, tomaron y controlaron Punta Arenas, Aysén, Chiloé y otras ciudades, también estaban participando de la política. No de la política de los políticos. De la política de los trabajadores, del pueblo.
Los trabajadores producen toda la riqueza de la sociedad. Mueven los barcos, descargan las mercaderías, construyen las termoeléctricas, sacan el cobre de la tierra; los profesores educan a nuestros hijos. ¿Y por qué los trabajadores no pueden, ellos mismos, gobernar la sociedad? ¿Por qué necesitamos políticos profesionales? Los parlamentarios conocen mucho menos de la sociedad que los trabajadores – muchos nunca trabajaron de verdad, son parte de las familias más ricas de nuestro país.
Nosotros decimos que sí, que los trabajadores pueden gobernar la sociedad. Y hay ejemplos de eso en la historia. Eso no nos enseñan en el colegio, porque no sirve a los dueños del poder. No les conviene que los trabajadores sepan que casi llegamos a gobernar el país, pero fuimos derrotados por un duro golpe militar. No les conviene que conozcamos la historia de las revoluciones obreras, como la Revolución Rusa, que hoy completa 100 años.
En los años 1970 Chile pasó por una de las experiencias más importantes de latinoamericana. En estos años mucho empezó a cambiar y a incomodar a los poderosos. Los trabajadores estaban conscientes de su fuerza y de la necesidad de cambiar las cosas. Eligieron Salvador Allende como presidente, pero tampoco creían que Salvador Allende iba a solucionar sus problemas aprobando proyectos en el parlamento. Por eso los trabajadores se organizaron y empezaron a controlar, por ellos mismos, casi toda la sociedad. Los dueños de las fábricas y pequeños propietarios intentaban de todos modos contener los cambios sociales. Cuando un patrón cerraba una fábrica o no cumplía con los derechos de los obreros, los trabajadores la tomaban y la hacían producir igual que antes, pero sin los gerentes y dueños. Cuando los ricos comerciantes intentaban esconder las mercancías, los trabajadores empezaban a organizarse en los barrios y las fábricas para distribuir los alimentos y controlar los precios de los productos.
En ese proceso surgieron los cordones industriales, que funcionaban como parlamentos de los trabajadores – pero sin la política sucia de los políticos financiados por los ricos. En los cordones industriales se discutía todo – qué producir, cómo producir, donde distribuir, como enfrentarse a la represión, la necesidad de armar a los trabajadores para defender sus conquistas etc.
En ese momento mucho de la riqueza producida en el país empezó a ser utilizada para solucionar los problemas de los trabajadores – el problema de la vivienda, de la salud, de la educación, del sueldo. Muchas tierras fueron tomadas por los campesinos y los terratenientes perdieron sus propiedades. El cobre fue nacionalizado y otras riquezas también. Mucho empezó a cambiar por la mano de los trabajadores organizados.
El gobierno de Salvador Allende fue presionado a llevar las transformaciones adelante. Desafortunadamente las dirigencias de ese momento creían que era posible hacer transformaciones profundas mientras negociaban con los poderosos. Pero fueron traicionados y vino el golpe militar, uno de los más violentos del continente.
Después de muchos años de dictadura los trabajadores volvieron a salir nuevamente a las calles en los años 80. Pero de nuevo nos prometieron la alegría, los cambios. Sin embargo, con la llegada de la democracia, las mismas familias que controlaban el poder en el periodo de Pinochet siguieron gobernando el país – los empresarios, los banqueros, los Matte, los Luksic.
Hoy, 30 años después del retorno de la democracia, los trabajadores ya están agotados de tantas promesas, de tanta corrupción, de tantos derechos perdidos. De nuevo los trabajadores están empezando a tomar la política en sus manos. Primer los estudiantes, después los trabajadores del sur, con rebeliones en varias ciudades, ahora el movimiento NO + AFP. Todos esos movimientos son pasos en el avance de consciencia de los trabajadores y en su organización para realizar los verdaderos cambios en el futuro.
Nosotros decimos no solo que es posible que los trabajadores gobiernen, sino que es necesario. Nuestros problemas solo serán solucionados con nuestra organización y lucha. No debemos esperar nada de los políticos ni de los ricos. Ellos son privilegiados y quieren mantener las cosas como están. Para ellos, está todo bien.
Queremos convencer a cada uno de los trabajadores y trabajadoras que leen nuestro periódico de que sí es posible y de que tenemos que prepararnos para cuando los trabajadores decidan tomar el futuro en sus manos. Sin duda eso va volver a suceder y tenemos que preparar a los trabajadores para ese momento, para que cuando suceda, tengamos un fuerte partido obrero y revolucionario que apunte el camino a seguir y no seamos nuevamente derrotados.