Todos sabemos que nuestro país tiene dueños: las familias Matte, Luksic, Angelini, Piñera, Paulmann y algunas más – que han saqueado el Estado, las AFPs y hoy son dueñas de casi todas las empresas del país – junto con grandes empresas transnacionales (BHP Billiton, Banco Santander, AngloAmerican, etc.). A ellos llamamos burguesía. Son los responsables directos de la miseria de nuestro pueblo.

¿Y después del 18 de octubre, qué están diciendo esas grandes familias y los inversionistas internacionales? ¿Cuál es la política de la burguesía para cerrar la revolución que empezó en el país? ¿Dónde podemos encontrar esa información?

Los empresarios se expresan por varios canales. El primero son sus partidos políticos. También se expresan a través de sus gremios: Cámara Chilena de la Construcción, CPC (Confederación de la Producción y del Comercio), ABIF (Asociación de Bancos y Financieras), SOFOFA (Sociedad de Fomento Fabril) y sus medios de comunicación -Canal 13, El Mercurio, etc-.

El presidente de la CPC, Alfonso Swett y el burgués Luksic (el faraón de Chile) defendieron públicamente que los empresarios deben meter la mano en sus bolsillos. Luksic dijo que ningún trabajador directo del grupo Quiñenco ganará menos de 500.000. Lo que no dijo es que parte importante de los trabajadores de “sus” empresas son subcontratados. Swett dijo que los empresarios tienen que meter la mano en el bolsillo hasta que duela. Sin embargo, esta no es la opinión general de la burguesía.

El gobierno, por otro lado, desde el 19 de octubre, empezó a hacer pequeñas concesiones para ver si calmaba los ánimos: anunció el congelamiento del pasaje de metro, pequeños aumentos en el pilar solidario de las AFPs, complementación salarial para los que ganan menos que el sueldo mínimo, etc. Nada que cambie sustancialmente nuestra vida. Está dando los anillos para no perder los dedos. Esas pequeñas concesiones, sin embargo, tienen un precio – y hoy el gobierno discute de donde sacar esa plata. Los ricos dicen que no se puede aumentar mucho los impuestos a sus fortunas o a sus empresas, porque eso haría que muchos empezaran a sacar sus inversiones de Chile. Así, habría que endeudar el Estado para pagar el “ambicioso” plan de emergencia de Piñera. Pero eso también significa un riesgo, ya que los préstamos que toma el Estado también vienen de grandes empresarios y bancos, que cobran altas tasas de interés. Al final, de una forma o de otra, los que terminarán pagando la cuenta somos nosotros.

Además de las pequeñas “ofertas” económicas del gobierno, su mayor promesa está en un supuesto cambio de fondo: la Constitución. Estamos viendo peleas entre los partidos en el Congreso: la UDI, heredera de Jaime Guzmán, no quiere cambiar la Constitución. Un sector de RN y otros partidos burgueses – como el Partido Socialista – dicen querer cambiarla. A pesar de las aparentes diferencias, en el fondo todos ellos tienen un gran acuerdo: cambiando o no la constitución, hay que mantener el sistema como está. Las AFPs no se tocan. El cobre no puede volver a ser estatal. Los sueldos no pueden subir mucho, dicen, o el país colapsará. Cambiar algo para que todo se mantenga igual – esa es su política.

Con ese proceso Constituyente votado por el Parlamento y controlado por ellos, la burguesía y sus partidos quieren intentar desviar la revolución de las calles a las urnas y negociaciones, lo mismo que hicieron en los años 80 con el plebiscito.

Sin embargo, ellos también se están preparando para la otra alternativa para las y los que se rehúsan a salir de las calles. Si la revolución avanza, en algún momento tendrán que dar otro golpe de fuerza. Ya están rearmando sus Fuerzas Armadas y Carabineros con asesorías extranjeras de España, Israel y Estados Unidos y comprando nuevos armamentos. Estados Unidos, la mayor potencia imperialista del mundo, ya anunció, a través de Mike Pompeo, que no dejará que la situación Latinoamericana salga del control.

La burguesía y el imperialismo tienen experiencia en acabar con revoluciones. Si no logran hacerlo de forma “democrática”, engañando al pueblo con promesas, lo harán por la fuerza. También puede ser una combinación de ambas: zanahoria con proceso constituyente y garrote con la mayor represión y presos por luchar. Tenemos que prepararnos esas alternativas. La única forma de conquistar nuestras demandas es seguir con la revolución en las calles y avanzar en nuestra organización.

1 COMENTARIO

  1. Les felicito por lo importantes de los artículos enfocados desde una posición de clase…concientizador y planteando alternativas revolucionarios con el proletariado a la cabeza.Desde Perú,saludos!!!

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