Por Tamara Norambuena

Por 22 votos en contra y 19 a favor, el Senado declaró inadmisible el proyecto de ley presentado por diputadas del frente amplio (Geomans, Orsini y Mix) que extendía el postnatal hasta el término del estado de excepción constitucional.
Parlamentarios de la DC (Carolina Goic y Jorge Pizarro), el PPD (Jaime Quintana) y el PS (Juan Pablo Letelier) también estuvieron por declarar inadmisible la iniciativa.
Tras este resultado, el proyecto se va a una Comisión Mixta, donde se definirá su futuro legislativo. Ahora la tramitación de la moción quedará en manos de una Comisión Mixta, integrada por senadores y diputados, que deberá resolver la admisibilidad del texto proyecto.

A costa de asegurar sus ganancias, ellos juegan con nuestras vidas.

Mientras el Gobierno llama falsamente a «la razón de las personas» para «disminuir la movilidad», la clase trabajadora ha sido obligada a seguir cumpliendo en la producción, el Senado le niega a las mujeres la posibilidad de extender el post natal y lo desplaza a un nuevo trámite. El argumento esgrimido es que “incide en aspectos de seguridad social y gasto fiscal, aspectos en donde los parlamentarios no tienen facultades”. Para ellos asegurar el cuidado de los hijos en casa es parte de gasto fiscal, sin embargo, el Minsal compró $ 773 millones en mascarillas al hermano del ex alcalde de Providencia, Cristián Labbé. (Fte. Interferencia).

Son cientos de trabajadoras y trabajadores que viajan diariamente en locomoción colectiva y en el hacinamiento de sus puestos de trabajo, exponiendo a sus hijos y familiares al contagio del covid-19. Es así que las diferencias de clase se hacen patentes, pues las mujeres de la burguesía tienen mejores condiciones materiales para enfrentar esta pandemia, acceso a la mejor salud, casas amplias, descanso y gozan mayores oportunidades de criar tranquilamente a sus hijos que generalmente delegan en sus empleadas particulares; por el contrario, las mujeres de la clase trabajadora debemos enfrentar la vida en las peores condiciones y que se han recrudecido en esta pandemia. La doble jornada laboral con trabajo remunerado y labores domésticas, el hacinamiento, los bajos salarios, la violencia machista dentro del hogar, quehaceres de cuidado y educación de los niños etc, nos han privado de una maternidad tranquila al lado de nuestros hijos. A costa de asegurar sus ganancias, los empresarios y su gobierno, juegan con nuestras vidas.

Han sido reiteradas veces en que el juego del parlamento consiste en presentar proyectos de ley que mueren en el mismo congreso. La falsa oposición de sectores ex -concertacionistas como fue el rechazo al proyecto de ley por Carolina Goic -arguyendo que no estaba de acuerdo con la forma- ya lo hemos vivido antes con figuras del frente amplio e incluso con diputados del Partido comunista. Recordemos el intento fallido de acusación constitucional en el 2016 a Javiera Blanco a causa de las irregularidades detectadas en el SENAME, tras la muerte de menores residentes en aquella institución, cuando la misma diputada Camila Vallejo cambió su decisión y se abstuvo en la votación, sumándose de paso a los votos en contra que finalmente rechazaron el informe de la comisión investigadora del Sename, el cual acusaba a la ex ministra de Justicia de “negligencia inexcusable” blindando de esta manera a Blanco y liberándola de toda responsabilidad.

Esto no es una expresión casual, todo lo contrario, debemos constatar una vez más que no existe una real oposición a las políticas de los continuos gobiernos sean de derecha o de la ex – nueva mayoría. Esta institucionalidad, no representa los intereses de la clase trabajadora, ni menos a las mujeres, sino la conveniencia para asegurar las ganancias de los empresarios aún en estas circunstancias de Pandemia.

¿Pero por qué fracaso tras fracaso en el congreso, los sectores como el frente amplio, sus diputadas y sus partidos insisten una y otra vez en que la solución pasa por el parlamento?

Muchas corrientes y partidos que se autodenomiman feministas, tienen una política restricta a humanizar el capitalismo, como si eso fuese posible, entonces creen que maquillando con más democracia y con derechos sociales la situación de las mujeres tendrá solución. Por eso su política apunta a la elaboración de leyes y cambios a la constitución. Luego su programa y acción, se limita a exigir dentro del estado burgués capitalista derechos democráticos, pero la historia nos enseña que bajo este sistema nuestros derechos sólo podrán ser otorgados de manera parcial y transitoria; el capitalismo por presión da un poco lo que mañana quita. Así pasó con el derecho al aborto, con el acceso a la educación, a la salud, etc. Hay una razón fundamental para ello: evitar que caiga la tasa de ganancia de los grandes capitalistas.

El problema no es sólo de las instituciones sino del sistema capitalista

Si bien es cierto que la extensión del postnatal en la emergencia sanitaria que enfrentamos, es una urgencia para las mujeres trabajadoras – ni salas cunas, ni redes de apoyo son posibles en esta contingencia- nosotras debemos impulsar la exigencia para que se cumpla incluso más allá del estado de excepción; queremos un postnatal de un año que incluya también a los padres para asegurar los cuidados parentales que requiere la infancia. Pero debemos hacer dos constataciones: la primera de ellas es que mientras exista un parlamento manejado y financiado por los grandes grupos económicos, ninguna ley que nos beneficie será votada a nuestro favor. La segunda, es que resulta inútil insistir en las vías institucionales, sea el parlamento o un ministerio, sólo la presión a través de la movilización y organización de los trabajadores de conjunto en las calles como fue el proceso revolucionario iniciado el 18 de octubre, podrá avanzar en cambios sustantivos para nosotras. La extensión del postnatal por tanto, no es tarea exclusiva de las mujeres sino que involucra a todos los trabajadores. La pregunta es por qué y la respuesta es evidente, porque el Estado y toda su institucionalidad, sólo han servido para perpetuar la esclavitud que históricamente hemos vivido las mujeres en tanto género y en tanto clase. La opresión de las instituciones, los gobiernos, las leyes, la justicia, los ministerios, las fuerzas armadas y de orden y todos sus derivados, han sido puestos en función de la defensa de la propiedad privada (de los medios de producción y de cambio) a toda costa, tal como lo expresa la Constitución heredada por el dictador y perfeccionada bajo los gobiernos concertacionistas . El estado capitalista se vale de todas las opresiones (mujeres, lgtbs, migrantes) negándonos todos los derechos sociales con el fin de no tocar las ganancias de los capitalistas y justificar la explotación de la clase trabajadora. Por ello la institucionalidad no funciona de la misma manera para nuestra clase que para la burguesía, a menos que creamos inocentemente en la imparcialidad de todo este aparato. Entonces, el desafío para nosotras las mujeres no es únicamente pelear contra los privilegios de género sino fundamentalmente contra los privilegios de clase.

Ningún cambio de ministros, ni diputados ni de gobierno, resolverá los problemas urgentes para las mujeres de la clase trabajadora. Es el estado capitalista bajo todas sus formas que debemos destruir, demoler y sentar las bases de una nueva sociedad cuyo fin ya no sea la ganancia sino el bienestar de la sociedad toda. Para hoy necesitamos un plan urgente que incluya la extensión del postnatal para enfrentar esta pandemia, a las políticas criminales del gobierno de Piñera y la crisis económica que se está viviendo en nuestros hogares, pero debemos ir más allá, pues no basta con una simple transformación económica, sino de la sociedad de conjunto, un nuevo orden social que lleve a la humanidad transformar la vida y todas las relaciones sociales que de ella se desprenden, incluso nuestra relación con la naturaleza. Más que nunca mujeres y hombres necesitamos avanzar hacia una sociedad socialista.

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