Por David Espinosa

Hoy se cumplen 59 años del “Bandejazo”, una importante protesta de alumnos de la Armada de Chile contra los malos tratos que sufrían por parte de la oficialidad y contra las desigualdades al interior de la institución. Este hecho es un tema conversado hasta hoy en los pasillos de la Armada y sirve como un ejemplo de valentía y organización que no fue olvidado por la tropa.

El Bandejazo

El 11 de mayo de 1961 un grupo de alumnos de la Escuela de Ingeniería Naval, en Viña del Mar, ingresa al comedor de la institución para almorzar. Pero algo distinto está en el aire. Los estudiantes se niegan a almorzar y son arrestados por infantes de la Marina. Al día siguiente, otro grupo, de 61 alumnos, se niega a entrar en clases en solidaridad con los detenidos. La Armada abre dos procesos – contra el primer grupo, por incumplimiento de deberes militares, contra el segundo, por sedición o motín.

Según relatos, la protesta se arma principalmente por los malos tratos a los cuales estaban sujetos los marinos de la tropa. Los alumnos se quejaban de pasar por situaciones de agotamiento físico y humillaciones cotidianas, como ser obligados a arrancar el pasto con las manos, quedarse 24h sin moverse en guardias, a comer colaciones con carne podrida, etc. Además de eso, cotidianamente sufrían distintos tipos de agresiones físicas de los oficiales. La desigualdad entre la situación de la tropa y la oficialidad siempre fue evidente, ya que la oficialidad recibía mejor alimentación, hacía fiestas con whisky y otras bebidas caras, utilizaban servicios de la tropa y suministros institucionales para necesidades personales y un largo etc.

Se calcula que, en total, participaron del “Bandejazo” alrededor de 400 estudiantes.

Después de los primeros días de protestas, los detenidos son mantenidos incomunicados. La acusación de motín es muy grave. La pena prevista para ese tipo de “crimen” en el Código de Justicia Militar de la época era la pena de muerte.

El abogado de los “amotinados”, Emilio Contardo, cuenta que cuando tuvo acceso a los detenidos empezó a escuchar sus relatos de tortura, relatos que se tornarían muy comunes después del Golpe de 1973. Un estudiante le contaba que al ser interrogado por un oficial, éste le había dado una patada en la boca, rompiéndosela, sacándole un diente y obligándolo después a lamer su bota para limpiarla. Otros relatos hablan de la aplicación de torturas como el “tirabuzón” y el “submarino”, que se aplicarían contra los detenidos después del Golpe.

Los relatos impactan a las familias de los militares y a la sociedad, que presiona el gobierno de Jorge Alessandri en defensa de los estudiantes. Con la amplia presión popular, el Senado y la Cámara son obligados a aprobar una ley de amnistía contra los “ejecutores” del motín, quienes son expulsados de la Armada, pero sigue con los procesos en contra de los “organizadores”, que serán condenados a penas de cárcel. Algunos de los “supuestos” líderes, como el sargento Contreras y el cabo Acuña, se unirán al Partido Socialista algunos años después.

El Bandejazo evidencia la enorme desigualdad que existía al interior de las Fuerzas Armadas y las violentas reglas de la disciplina interna a las cuales eran sometidos los efectivos de la tropa. En los años siguientes, serán varios los bandejazos o protestas silenciosas al interior de las Fuerzas Armadas, que servirán de presión para la prohibición de castigos físicos la que finalmente es implementada a partir de 1970.

¿Por qué hablar del Bandejazo 59 años después?

Las Fuerzas Armadas chilenas de hoy son fruto de las atrocidades que se cometieron en los casi 17 años de dictadura cívico-militar que vivió el país. Gran parte de la resistencia o de sectores “democráticos” que había en su interior fue aplastada por los oficiales que organizaron, junto con la burguesía y el imperialismo norteamericano, el golpe militar.

Si bien algunos de los abusos que se cometían hace 30 o 40 años ya no ocurren, la oficialidad chilena sigue totalmente sometida a los grandes empresarios de Chile y a las Fuerzas Armadas de Estados Unidos. Además de eso, las ideologías reaccionarias de la oficialidad y la rígida estructura disciplinaria se mantienen intactas. Eso para no hablar de los miles de torturadores que siguen sueltos sin ningún castigo.

El Bandejazo de 1961 nos deja algunas lecciones. La primera lección es que la tropa debe tener el derecho a organizarse y a defender sus derechos. Los casos de abusos contra los conscriptos y militares de la tropa todavía existen y son cotidianos. Las humillaciones, maltratos físicos y psicológicos no desaparecieron, solo se ocultan mejor. A veces todo esto sale a la luz con elementos de desesperación como en el caso del joven soldado Marco Velázquez, de Iquique, que mató a un sargento y a un cabo antes de suicidarse, cansado de las humillaciones que tenía que soportar diariamente. Otro caso, peor aún, que refleja el verdadero desprecio de los oficiales por los hijos del pueblo es el de la tragedia de Antuco, en 2005; cuando 45 soldados que cumplían el servicio militar mueren congelados bajo las negligentes órdenes de un Mayor del Ejército, quien los obligó a marchar en medio de una tormenta a dos mil metros de altura, durante un “adiestramiento en técnicas de combate”.

La segunda lección que debemos sacar es la necesidad de acabar con los privilegios de la alta oficialidad y la rígida estructura de mando, cuyo principal objetivo es crear un ejército de pasivos ejecutores de órdenes de los oficiales, todos ellos al servicio de la elite de grandes empresarios de este país, de la cual Piñera es hoy su grande representante. Esta verticalidad incuestionable del mando, ha sido usada por oficiales corruptos para encubrir millonarios fraudes y desvíos de fondos fiscales como ocurrió en los casos Pacogate y Milicogate, donde resultaron inculpados altos oficiales desde coroneles hasta comandantes en jefe, tanto del Ejército como de Carabineros; corrupción que significó al Estado perder cerca de 41 mil cien millones de pesos. Pero también se usa hasta hoy para encubrir violaciones a los DD.HH.

Las posibles fracturas al interior de las Fuerzas Armadas ya empezaron a aparecer cuando los infantes de la Armada y del Ejército fueron obligados a reprimir el pueblo a partir del 18 de octubre. El descontento entre la tropa aumentó, principalmente entre los sectores más conscientes, que no están completamente “idiotizados” por la ideología derechista, brutal y clasista que viene de la oficialidad.

A 59 años del Bandejazo, defendemos el derecho de organización de la tropa de las Fuerzas Armadas y exigimos el castigo a todos los militares torturadores de la dictadura y de la democracia. Exigimos la destitución de todo el Alto Mando y el fin de los privilegios de todos los oficiales. Que los oficiales sean electos por la tropa y que la tropa tenga derecho de organización y deliberación!

De igual manera, defendemos el derecho del pueblo de defenderse de la represión de las Fuerzas Armadas y de Carabineros! La pandemia no nos detendrá! Volveremos con más fuerza para reconquistar todo lo que los grandes empresarios y las transnacionales nos han arrebatado!

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