Uno de los puntos más importantes de cualquier Constitución es el derecho de propiedad. Este derecho se refiere a la propiedad de una casa, un pequeño negocio o un automóvil, pero también a la propiedad de edificios, minas, fábricas, puertos, bancos, empresas, cadenas de supermercado, latifundios, etc. Este segundo aspecto es el más importante en la sociedad capitalista, el derecho de propiedad sobre los medios de producción y distribución de la riqueza.

La derecha, para defender el Rechazo a la Nueva Constitución, dice que el derecho de propiedad está en riesgo. Para engañar a la gente, dicen que los trabajadores ya no serán dueños de sus casas o de sus ahorros en las AFPs. Esto es una gran mentira, ya que la Nueva Constitución, al igual que la actual, protege el derecho de propiedad en todas sus formas, como veremos adelante. La derecha hace eso con un objetivo: engañar a los trabajadores para que voten rechazo, ya que la Nueva Constitución entrega algunos derechos sociales que supuestamente podrían reducir la participación del sector privado en algunos sectores de la economía.

Pero el gran problema sobre el derecho de propiedad en la Nueva Constitución no es lo que dice la derecha, es justamente lo contrario. Es que la Nueva Constitución no hace ninguna distinción entre la pequeña propiedad particular y la gran propiedad de los medios de producción.. y cuando protege a la gran propiedad, condena a la mayoría de los trabajadores a no tener propiedad, ni derechos sociales.

Propiedad privada de los medios de producción = concentración de riqueza

A través de la propiedad de las grandes empresas, sus dueños se quedan con casi toda la riqueza producida por las y los trabajadores. Veamos un ejemplo.

La familia Luksic, la más rica de Chile, posee más de 24 mil millones de dólares. Esa enorme fortuna se acumula porque esa familia es dueña de grandes empresas, como el Banco de Chile, Antofagasta Minerals, CCU (bebidas) y muchas otras. Una de las principales empresas del grupo Luksic es Hapag Lloyd (transporte marítimo). Esta empresa obtuvo más de 6.600 mil millones de dólares de utilidades entre enero y septiembre de 2021. El grupo Luksic controla cerca de 30% de la empresa, que tiene 14 mil trabajadores. Cada trabajador fue responsable por generar aproximadamente 471 mil dólares de utilidades en ese periodo (sólo de utilidades, no de producción total).  Si sacamos las cuentas, veremos que solo el grupo Luksic ganó aproximadamente 220 millones de dólares mensuales de utilidades.. Todo esto porque esa familia tiene el derecho de propiedad de parte de Hapag Lloyd. Así, podemos entender como esa familia se hace tan rica: quedándose con el fruto del trabajo de miles de trabajadores.

Por eso, el derecho de propiedad es el nudo del sistema capitalista y de la desigualdad social. Ese derecho se complementa con otro derecho, el derecho de herencia. Así, las familias más ricas usurpan la riqueza producida colectivamente y la heredan por generaciones y generaciones.

La Nueva Constitución es casi igual que la anterior

El la Constitución actual, el artículo que trata de la propiedad es el artículo 24. En la Nueva Constitución, es el artículo 78. Ambos artículos son muy parecidos, con cambios en aspectos secundarios (que por razones de espacios no desarrollaremos aquí). ¿Cuáles son los aspectos principales que se mantienen casi iguales?

1 – Se garantiza la propiedad de personas naturales o jurídicas (empresas, fundaciones, etc.) sobre toda clase de bienes y en todas sus especies, lo que incluye también a servicios como educación, salud, etc.

2 – En el caso de que el Estado decida expropiar una propiedad, tendrá que pagar indemnizaciones antes de la toma de posesión del bien. Este aspecto prácticamente inviabiliza la expropiación de grandes propiedades, como las empresas de la gran minería del cobre o de latifundios forestales para devolver las tierras al pueblo mapuche, por ejemplo.

Así, la Nueva Constitución, al igual que la anterior, protege la propiedad privada en todos sus aspectos, lo que mantendrá la concentración de la propiedad en los grandes grupos económicos, y consecuentemente, la enorme desigualdad social.

La norma de propiedad fue aprobada en la Convención por la amplia mayoría de los convencionales, en una unidad que fue desde la derecha, pasando por el PS, FA, PC y la mayoría de los independientes. La derecha solo se demarcó en la parte que habla sobre las expropiaciones. Esa votación demuestra que hasta los que se dicen “comunistas” o “defensores del pueblo” están a favor de defender la propiedad de los grandes grupos económicos.

La gran propiedad privada en Chile es fruto de la usurpación

Cualquier trabajador podría decir: es justo defender la propiedad privada y pagar el precio justo si el Estado la quiere expropiar. Nosotros estaríamos de acuerdo si se refiriera a la propiedad de un trabajador o trabajadora que juntó dinero durante toda su vida para comprar una casa, un departamento, una pequeña parcela o posee un pequeño negocio. Pero no estamos hablando centralmente de ello, como ya dijimos anteriormente. En el caso de las grandes propiedades de empresas, bancos y tierras, opinamos que es justo, legítimo y necesario expropiarlas sin indemnizaciones.

La gran propiedad privada en Chile es fruto del robo, la usurpación, la corrupción y la violencia. La dictadura de Pinochet, apoyada en una violenta represión que suprimió totalmente la democracia en el país, regaló el patrimonio nacional a grandes grupos económicos, a sus amigos y familiares. Un informe de la Cámara de Diputados de 2004 calcula que, en el caso de la privatización de 30 empresas durante el periodo 78-90, el Estado chileno perdió más de 2 mil millones de dólares, lo que en esa época correspondía a 6% del PIB. En el mismo periodo fueron privatizadas más de 725 empresas y las pérdidas del Estado alcanza cifras inimaginables. Así surgieron o se expandieron los grandes grupos económicos actuales. La gran mayoría de esas privatizaciones fueron totalmente fraudulentas, donde los propios ministros o ejecutivos de empresas estatales se hacían dueños de las empresas privatizadas, como fue el caso del ex-yerno de Pinochet Ponce Lerou, de José Piñera, Roberto de Andraca y otros.

La creación de las AFPs, que pasaron a administrar miles de millones de dólares de los trabajadores, fue otro escándalo. Rápidamente los grandes empresarios se hicieron dueños de esas Administradoras y pasaron a utilizar nuestro dinero para hacer sus propios negocios. El Grupo Penta, reconocido por los impresionantes casos de corrupción de sus ejecutivos, por ejemplo, fue uno de los que se creó y expandió en dictadura. Hoy, entre sus tantas propiedades, son dueños de más de 600 mil m² de suelo subutilizado en la ciudad de Santiago, que podrían perfectamente ser utilizados para construir viviendas populares. Pero si queremos expropiar ese suelo, tendremos que pagarles millones de dólares de indemnizaciones a ejecutivos corruptos como Carlos Delano y Carlos Lavín. Otro ejemplo son las empresas forestales, que hoy son dueñas de 3 millones de hectáreas de tierras y fueron beneficiadas con la Contra-Reforma Agraria de Pinochet y con enormes subsidios concedidos por el Estado en los últimos 30 años. Entonces, si queremos devolver las tierras al pueblo mapuche, ¿debemos pagarles millones de dólares a esas familias usurpadoras y cómplices de la dictadura? Nuestra respuesta es no. Esa situación se reproduce en todas las ramas de la economía.

Es necesario expropiar a los grandes grupos económicos y planificar la economía

Es por ello que en la Convención Constitucional presentamos una propuesta de expropiar, sin indemnizaciones, a todos los grandes grupos económicos del país y poner a esas empresas bajo el control de los trabajadores y el pueblo. Esto permitiría acabar con la concentración de la riqueza y planificar la economía, generando un verdadero plan de inversión en salud, vivienda, educación e industrialización que permitiera alcanzar el pleno empleo y garantizar una vida digna a la mayoría de la población. Nuestra propuesta (Leer aquí) fue rechazada por la Comisión de Medioambiente y Modelo Económico de la Convención, pero seguirá más actual que nunca mientras exista capitalismo en Chile y en el mundo.

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