por Hank Scorpio
* Este es un artículo de opinión y no refleja necesariamente, en su totalidad, la opinión del MIT
Una necesaria introducción
Un representante comunista no va al Congreso a hacer política, a “cooperar con los burgueses, a pedir empleos, a mendigar sueldos, o a intrigas entre pasillos”. El parlamentario comunista, investido de la representación de un partido serio que encierra en sí las aspiraciones y la voluntad de las masas ya no sumisas, va a la Cámara a destruir, a despedazar con su crítica libre y severa, la dialéctica jesuítica y sofistica de los representantes burgueses; y a iluminar, con el resplandor de la doctrina comunista, los problemas vitales que nos acosan. El representante comunista en la Cámara sigue siendo antiparlamentario, sigue combatiendo el parlamentarismo; y sus ideas en el Congreso no difieren de las que expresara en vísperas de elecciones y, en su vida privada, ante sus electores.
Como representante comunista, como soldado de fila de la revolución proletaria, no tengo ningún interés en legislar para el perfeccionamiento de este régimen de injusticia y explotación; como tal y como obrero revolucionario, soy mandado por mi Partido a combatir este régimen de miseria en la misma institución creada a tapar la expoliación a que se hallan sometidos millones de trabajadores. El Partido Comunista me envía aquí a cumplir con el papel que he desempeñado en donde he trabajado: a colaborar en el más rápido desenvolvimiento de la revolución proletaria, ayudando a desarrollar la conciencia de clase de los trabajadores. El Parlamento, institución que cumple con un papel, el papel de mistificar a las masas trabajadoras y facilitar la dominación de ellas por las clases gobernantes, se ha “convertido en la forma democrática” de dominación de la burguesía, a la cual le es necesario, en un momento dado de su desarrollo, una ficción de representación popular que expresa en apariencia la “voluntad del pueblo” y no la de las clases, pero que constituye, en realidad, en manos del capital imperante, un instrumento de coacción y opresión.
Emilio Zapata Díaz, 1933.
Ahora, como siempre, es a los trabajadores a quienes me dirijo, desde esta tribuna burguesa que un día barreremos junto con la burguesía. No porque un hecho sea doloroso podemos nosotros, los marxistas, desentendernos de él. (…) siendo los obreros la inmensa mayoría de la población electoral, sólo llegue al Congreso un reducido número de genuinos representantes de ellos. Esto se debe a que las elecciones no corresponden sino a una determinante del régimen capitalista, cuyos dirigentes se hacen elegir por las fuerzas electorales de que disponen en sus fundos, fábricas, etc. Hay, pues, que llegar a la conclusión de que por medio de la elección según el sistema democrático, la clase trabajadora no llegará jamás a conquistar su independencia económica, la que sólo alcanzará por medio de una revolución estableciendo la dictadura del proletariado.
Perdonando la extensión de las citas previas hacia nuestros lectores, esperamos que no incida en desincentivar la lectura de este artículo, ya que esta introducción nos vincula con el tema a desarrollar.
¿Fuera de los márgenes culturales?
Cuando el constituyente Jaime Bassa, ex Vicepresidente de la Convención Constitucional (CC), señaló que la propuesta de disolver los tres poderes del Estado por una Asamblea Plurinacional “está absolutamente fuera los márgenes culturales del país”, un militante de izquierda y/o investigador de la historia social chilena podría refutar aquellas palabras. Sin embargo, ha existido una complicidad abierta en olvidar el pasado, silenciar y denostar cualquier atisbo de idea independiente o proyecto contra-alternativo al capitalismo. Por el contrario, los ejemplos son variados y ya citados, la FOCH (1919) y la fundación de la CUT (1953), ambas con declaraciones de principios anticapitalistas y pro-socialistas, y las experiencias del “Poder Popular” de los Cordones Industriales, Comandos Comunales de Pobladores y Consejos Comunales Campesinos durante la Unidad Popular de Allende. Incluso, podríamos incluir la fundación del MIR como parte de un” partido para la revolución socialista”. Mas la llegada de estudiantes pequeñoburgueses radicalizados derivó en lo conocido.
En este sentido, valga una vuelta a la Historia para recordarles a algunos “honorables” y, sobre todo, a la clase trabajadora, que si tiene una tradición de lucha revolucionaria, aunque sea en circunstancias específicas. Recabarren, un obrero tipógrafo, fue electo diputado por Antofagasta en 1921 e influenciado por la Revolución Rusa fue inclinándose a fundar el Partido Comunista un año después. La “Cuestión Social” imperaba entre las/los trabajadores, sobre todo, salitreros, donde las condiciones de hambre, miseria, escasez de habitación y represión laboral y sindical eran pan de cada día, por ende, su voz se infiltró en el Congreso para realizar un ejercicio pedagógico, en el cual sólo la organización de la clase trabajadora y su acción en lucha podría derribar el capitalismo y construir el socialismo. No se puede dejar de considerar la formación intelectual de Recabarren, en la práctica, como un militante de izquierda, pues como autodidacta y, en base a la experiencia y redes políticas, fue por momentos un demócrata-liberal, en otros un socialista proclive al ala reformista de la II Internacional hasta un comunista en transición hacia la “vía ortodoxa”, mas siempre con su aterrizaje a la cultura obrera y popular nacional. Y hay quienes igualmente consideran que su pensamiento y acción contenía un germen libertario.[1]
Sobre esta base, Emilio Zapata, obrero y dirigente sindical campesino fue electo diputado (1933) y Manuel Hidalgo, artesano y obrero, electo senador (1931), ambos por el “Partido Comunista, Oposición de Izquierda”. Dos años más tarde se fundaría la Izquierda Comunista como partido independiente y éstos adherirían a la Oposición de Izquierda Internacional de Trotsky contra el stalinismo. La década de los 30’ verían las consecuencias de la crisis económica internacional de 1929 y la liquidación del salitre como el motor económico de Chile al devaluarse su precio y en reemplazo por el salitre artificial. Caída de la dictadura de Ibáñez más un ascenso obrero y popular en luchas sociales, generaron años convulsionados entre 1931-1934, donde la crisis de gobernabilidad de la oligarquía y burguesía chilena fue cotidiana, con incluso una “República Socialista”, golpes de Estado y elecciones para aplacar y legitimar al régimen. Zapata e Hidalgo no hicieron más que seguir la línea de Recabarren y el camino revolucionario planteado por la Rusia de los Soviets. Lamentablemente, la herencia de éste en su práctica política, la inexperiencia en construcción de un “partido leninista” y la ambición de buscar ampliar su influencia los derivaron a disolver la Izquierda Comunista e ingresar tres años después al Partido Socialista para guiarlos hacia la revolución y el socialismo. Fue una causa perdida.
¿Qué nos dice la acción de Recabarren, Zapata e Hidalgo en el parlamento (o Congreso)? Existe una continuidad entre todos estos dirigentes obreros en su acción parlamentaria, la cual es orientada por la aplicación práctica en su forma de hablar, derivado de las tesis sobre el parlamentarismo aprobadas por la Internacional Comunista.[2] Ya lo señalábamos, es rol educador destinado para visibilizar las contradicciones inherentes del capitalismo con las demandas sociales y populares del conjunto de la clase trabajadora. Es decir, un militante revolucionario -en aquel momento se entendía como “comunista”, cuando hoy ya no lo son—cumplía un papel de guía y orientador entre la conciencia de clase del momento, lo que equivale a tener una práctica y pensamientos donde prima la conciencia “legal y democrática” en y para el régimen (apoyo al conjunto de las instituciones y sus prácticas como la negociación, conciliación, acuerdos, votaciones y elecciones, quórums altos, reuniones de camarillas, sobornos, cohechos, lobby, corrupción, etc.) porque es lo “normal” o “tradición” o “siempre ha sido así” o es el “Estado de derecho” o “nunca cambiará”, o porque aún no nos hemos planteado ejercer y practicar el poder por sí mismos sin empresarios, banqueros, financistas, grandes comerciantes, etc. Por el contrario, el ideal de conciencia de clase es derivado de la voz declarativa, crítica, imperante y potente de un revolucionario para la acción de la lucha de clases, donde la confianza está en la capacidad del pueblo trabajador en poder tomar las riendas de su propio destino con el fin de solucionar el malestar, las desigualdades e injusticias que genera el capitalismo.
¿Cuántas veces hemos sido testigos de las innumerables formas que tienen los empresarios y políticos capitalistas de autoprotegerse y jamás ser castigados? ¿Cuántas veces hemos sufrido la represión policial por expresar nuestras ideas y pelear por lo que consideramos derechos laborales y sociales? Es aquí donde los militantes revolucionarios en el Congreso, Parlamento o la actual CC llevan una voz que permite realizar el puente entre lo que pensamos hoy, con todo el (pre)juicio “legal” pro-régimen y la capacidad que tiene el propio capitalismo integrar y cooptar hacia el régimen a quienes dicen defender al pueblo o se consideran de izquierda: el Frente Amplio y el Partido Comunista versus la alternativa de la revolución socialista y todo el poder a los organismos de clase trabajadora (Asamblea Plurinacional o las Asambleas territoriales surgidas al calor de octubre 2019). Cuando queremos cruzar un río, primero sabemos dónde estamos, luego cruzamos y vemos las prácticas de ese ejercicio y, finalmente, llegamos a nuestro ideal. Sin cruzar, arriesgar, organizar y luchar es imposible llegar al otro lado, la revolución. Ese es el papel de María Rivera como militante trotskista en la CC, siendo una heredera de la tradición de Recabarren, Zapata e Hidalgo.
Asimismo, podemos ver otro hilo de continuidad entre la elección de revolucionarios y el contexto político social cuando son elegidos. Entre 1918 y 1925 hubo un período álgido de ascensos, triunfos y masacres contra la clase trabajadora. El diagnóstico era claro, una crisis política de la democracia y régimen parlamentario, el cual hacía aguas por su corrupción moral, al punto de invisibilizar al pueblo trabajador en sus demandas, las cuales solo las conquistaron por medio de la acción directa con huelgas, paros y lucha callejera. Organización y lucha podría resumir este período abierto desde la Asamblea Obrera de Alimentación Nacional (1918), la constitución de la FOCH anticapitalista (1919), la elección de Recabarren y la masacre de San Gregorio (1921), el ruido de sables, la caída-retorno de Alessandri y la Asamblea Constituyente de Trabajadores e Intelectuales (1924-1925) donde “los márgenes culturales” fueron tensionadas por ‘nuevas’ prácticas. La autoorganización de la clase trabajadora con perspectiva de tomar el poder y propuestas políticas propias marcarían el devenir de un ascenso revolucionario hasta el triunfo de la dictadura de Ibáñez.
Por su parte, entre 1931-1934, se combinó una nueva crisis política del régimen liberal chileno con la crisis económica mundial de 1929, señalado por varios historiadores como el país más afectado del mundo. La pauperización y miseria económica de la clase trabajadora, la corrupción de la dictadura ibañista y la constante deliberación militar (heredada desde 1924) en la realidad nacional, derivó una movilización popular que derrocó al dictador en 1931 y abrió espacios de disputas y reconfiguraciones de partidos políticos para administrar el Estado. Años turbulentos entre ascensos de gobiernos que duraban meses, crisis económica, sublevaciones militares y “República Socialista” hasta la estabilización del régimen por una vieja figura oligárquica, Alessandri, en base a un grupo paramilitar (Milicia Republicana) y un reordenamiento económico fiscal libremercadista que impuso el orden (los márgenes culturales del país).
Hoy, a partir de la CC (2021) como expresión triunfante, aunque distorsionada, de la “revolución de octubre de 2019” o estallido social, se combinó una nueva crisis política de larga duración con crisis de representatividad, crisis de legitimidad y crisis de gobernabilidad (el mes que transcurrió entre el 18 de octubre y la firma del Acuerdo por la Paz). Las consecuencias las sabemos, “No son 30 pesos, son 30 años”, producto del triunfo aplastante del capitalismo neoliberal sobre nuestras vidas. El pueblo trabajador en su sana sabiduría leyó el momento y pasó a la acción con movilización, saqueos, incendios, barricadas, primera línea, etc., validando la violencia política y la acción contra el Estado y todos los partidos de los 30 años. Temblaron de miedo, eran los extraterrestres, decían.
Por último, otro hilo de continuidad que une tanto a Recabarren, Zapata e Hidalgo con María Rivera es el valor de aprovechar las oportunidades abiertas por la crisis de los respectivos regímenes, leyendo, interpretando, sintiendo y viviendo la realidad de clase trabajadora para realizar -ésta- una táctica heterodoxa (odiada de los sectarios) y una campaña política clasista y socialista para disputar, triunfar y ocupar los espacios. El fin, llevar la voz sobre la necesidad de la revolución y el socialismo como única salida posible para conquistar todas nuestras demandas expresadas en las calles. Es lo que Trotsky señaló en su momento: “la crisis histórica de la humanidad es la crisis de la dirección revolucionaria”, es decir, la construcción del partido revolucionario. Esa fue la labor de Recabarren, Zapata e Hidalgo y hoy, María Rivera.
Por lo tanto, ¿estamos fuera de los márgenes culturales que la clase trabajadora se ha dado en procesos revolucionarios o estamos fuera de los márgenes culturales del régimen democrático-representativo-(neo)liberal? Los críticos en su frente único contrarrevolucionario nos dirán que aquellos militantes izquierdistas que hemos referenciado son de otra época, incluida la compañera M. Rivera, donde existía la clase obrera (¿desapareció por arte de magia?), donde existían poderosas organizaciones sindicales y sociales con influencia masiva (¿por qué hoy no existen? ¿quién es o son los responsables de ello?), donde la época apremiaba a luchar contra el imperialismo (¿hoy en día no?), donde había un modelo antagónico, la URSS, y una ideología con qué luchar, el marxismo o comunismo (¿Qué pasó con ello? ¿Qué fue y quedó de aquello hoy? ¿se acabó la Historia para luchar por la revolución y el socialismo?). Éstas y otras preguntas cualquier persona, activista y/o luchador se puede hacer. Ya nos haremos cargo de éstas, pero no sin antes preguntarnos ¿a qué margen cultural pertenece el señor Bassa?
El ascenso de la pequeña burguesía universitaria
¿De dónde proviene esta reacción alérgica a no seguir los márgenes culturales del régimen y sus instituciones? En un ejercicio simple y sencillo, tomemos algunos Ministros y Subsecretarios recientemente nombrados por G. Boric, más otros Convencionales Constituyentes y Alcaldes para visibilizar nuestra crítica y juicio.
Cargo | Nombre | Profesión | Universidad | Máximo nivel de Educación | Edad | Militancia |
Ministra del Interior | Izkia Siches | Médica | Universidad de Chile | Magíster en Salud Pública | 35 | Independiente |
M. Secretario General de la Presidencia | Giorgo Jackson | Ingeniero Civil Industrial | Pontifica Universidad Católica de Chile (PUC) | 34 | Revolución Democrática | |
M. Secretaria General de Gobierno | Camila Vallejos | Geógrafa | Universidad de Chile | 33 | Partido Comunista | |
M. de Economía, Fomento y Turismo | Nicolás Grau | Ingeniero Comercial | Universidad de Chile | PHD en Economía (Universidad de Pensilvania, EEUU) | 38 | Convergencia Social |
M. del Trabajo y Previsión Social | Jeannette Jara | Abogada | Universidad Central | Magíster en Administración Pública | 47 | Partido Comunista |
M de Cultura, las artes y patrimonio | Julieta Brodsky | Antropóloga | Universidad de Granada (España) | Magíster en Antropología Urbana | 38 | Convergencia Social |
M. de la Mujer y Equidad de Género | Antonia Orellana | Periodista | Universidad de Chile | 32 | Convergencia Social | |
Directora de Presupuestos | Javiera Martínez | Ingeniera Civil Industrial | PUC | Magíster en Economía (Universidad de Nueva York, EEUU) | 34 | Revolución Democrática |
Subsecretario de Desarrollo Regional y Administrativo | Miguel Crispi | Sociólogo | PUC | Magíster en Políticas Públicas | 36 | Revolución Democrática |
Sub. de Economía | Javiera Petersen | Economista | Universidad de Chile | Doctoranda en Innovación y Políticas Públicas (University College London, Inglaterra) | 31 | Partido Comunista |
Sub. De Educación | Nicolás Cataldo | Profesor de Historia y Ciencias Sociales | Universidad de Valparaíso | Magíster en Educación Emocional | 37 | Partido Comunista |
Sub. Del Trabajo | Giorgo Boccardo | Sociólogo | Universidad de Chile | Doctor en Ciencias Sociales (Universidad de Chile) | 40 | Comunes |
Sub. de Salud | Cristóbal Cuadrado | Médico | Universidad de Chile | Doctor en Salud Pública | 35 | Revolución Democrática |
Alcaldesa | Irací Hassler | Ingeniera Comercial | Universidad de Chile | Tesista de Magíster en Estudios de Género y Cultura | 30 | Partido Comunista |
Alcaldesa | Javiera Reyes Jara | Ingeniera Comercial | Universidad de Chile | Magíster en Marketing | 31 | Partido Comunista |
Convencional Constituyente (CC) | Bárbara Sepúlveda | Abogada | Universidad de Chile | Magíster en Derecho Público (U. de Chile) y Magíster en Género (London School of Economics and Political Science, Inglaterra) | 36 | Partido Comunista |
CC | María Elisa Quinteros (Presidenta de la CC) | Odontóloga | Universidad de Talca | Doctora en Salud Pública | 39 | Independiente |
CC | Gaspar Domínguez (Vicepresidente de la CC) | Médico | Universidad de Chile | Magíster en Salud Pública | 33 | Independiente |
CC | Renato Garín | Abogado | Universidad de Chile | Magíster en Periodismo. Máster en Derecho (Universidad de Nueva York, EEUU) | 35 | Independiente (Ex RD) |
Fuente: Creación propia a partir de revisión en medios digitales: Pauta, Biblioteca del Congreso Nacional, La Tercera, El Mostrador, Radio Bío Bío, Chile Constituyente, El Mercurio, Infoprobidad.
Nuevamente nos excusamos ante nuestros lectores por la extensión del cuadro anterior, mas es completamente necesario. Del ejercicio presente, se desprende la entrada de una generación entre los 30 a 40 años, todos profesionales universitarios y preferentemente con estudios de Postgrado (Magíster y/o Doctorados), ya sea en Chile o el extranjero. No deja de ser relevante y determinante la relación entre el país de elección de continuidad de estudios y el cargo político que sustentan bajo el naciente gobierno de Boric. Ejemplo, estudiar Economía en los centros del imperialismo mundial (EEUU e Inglaterra).
¿A qué aludimos con la relación entre estudios universitarios y política actual? A las preguntas que dejamos en el aire anteriormente. Si bien la compañera M. Rivera es abogada, el discurso y su práctica es totalmente contraria a la forma de hacer política que tienen las/los militantes del Frente Amplio (RD, Convergencia Social, Comunes, etc) y el Partido Comunista, los cuales como un coro de cantores de Iglesia se unen a la vieja Concertación y derecha para señalar que el estilo de hacer política revolucionaria está obsoleta, muerta o vieja y que la clase trabajadora no existe junto a sus organizaciones sindicales, por lo tanto la política se hace con los “márgenes culturales del país” o la “tradición republicana”.
Aquel discurso obedece a un análisis objetivo de la Transición Pactada con la dictadura militar y la “democracia de los acuerdos” de la época concertacionista, la cual ganó al conjunto del movimiento popular para la “reacción democrática” y acabó con la resistencia de la izquierda armada (FPMR, MIR y Lautaro) mediante “La Oficina”. Así, la vieja izquierda se regeneró en burguesa al administrar la herencia de Pinochet, siendo buena parte del sindicalismo controlado por la DC-PS. El sindicato como herramienta de lucha perdió valor y representatividad para obtener conquistas económico-salariales y derechos político-sociales. Además, la reconversión productiva y desvinculación orgánica de la clase obrera industrial hacia servicios, finanzas, comercio y retail, generó una pérdida de identidad y conciencia de clase, expresando una inviabilidad o limitancia a la huelga y negociación colectiva. Más aún, las dirigencias sindicales fueron cooptadas por esos años de crecimiento y actuaron como burocracias (tapones o freno) ante cualquier atisbo de descontento y necesidad de salir a luchar. El crecimiento económico y el sentimiento subjetivo de ser “clase media” fue una combinación entre el aumento fiscal social “focalizado”, expansión del consumo como crecimiento económico-personal e ingreso masivo de capital extranjero gracias a las privatizaciones. Años que veríamos la consolidación de una precarización y subcontratación laboral, endeudamiento económico, entre otras, todo bajo un modelo llamado “sociedad post-industrial”.
¿Imperialismo?, ¿Capitalismo?,¿Socialismo?, ¿Revolución?, ¿Burguesía?, ¿Lucha de clases?, eso no existe, no es necesario hoy, dicen los frente amplistas. ¿De dónde proviene aquello? Tras la caída del “socialismo”, comillas, real, sin comillas y de la Unión Soviética, el “Fin de la Historia” recorrió el mundo y el capitalismo se mostró triunfante ante la Izquierda y el proyecto de la revolución socialista mundial. La debacle del sentido de pertenencia a la lucha de clases se renegó y la revolución y construcción de partidos para tomar el poder se abandonó. La desmoralización por la derrota caló hondo y hubo quienes se fueron a sus casas, otros se reconvirtieron en militantes/activistas sociales anti-partido (ligados a ONG’s o Movimientos Sociales) y la gran mayoría de la izquierda, incluida la armada, pasó a administrar el Estado y el capitalismo al abandonar las trincheras e insertarse en los gobiernos de turno sin romper con sus burguesías nacionales e imperialismo. [3]
Como es posible apreciar, si hoy el Frente Amplio domina la escena política es a partir de la desarticulación de la clase trabajadora, su derrota y retroceso político como organización política-sindical. El triunfo del capitalismo neoliberal generó una transformación en la estratificación de las clases sociales y su relación con el Estado y el régimen, lo cual se convirtió en la forma de aceptación, validación y ascenso por intermedio de los estudios universitarios. El origen está en la década del 2000 con la “democratización del conocimiento y/o estudio”, vía Crédito Aval del Estado (el CAE de Lagos y Bitar), donde el ingreso a las Universidades públicas y privadas, CFT o IP’s se duplicó y hasta triplicó en el número de alumnos matriculados, aumento exponencialmente gracias al endeudamiento de las familias trabajadoras. Como el discurso capitalista señala que estudiar se constituye en un mandato primordial para lograr la independencia económica y social, tal “democratización” devino en usura, lucro y enriquecimiento de las Universidades y la consecuente lucha estudiantil del 2011 hasta la subsanada “gratuidad” (Becas) del segundo gobierno de M. Bachelet.
Evolución de la matrícula universitaria de pregrado, según institución, entre 2005 y 2020
Fuente: Consejo Nacional de Educación. Disponible en https://www.cned.cl/indices/matricula-sistema-de-educacion-superior
Como muchos nos enfrentamos a buscar trabajo, hoy se nos exige además de un título universitario -considerado básico- tener alguna formación superior extra: dominio del Inglés, cursos de perfeccionamiento, Diplomados, Magíster, Doctorado y Posdoctorado (formal, no legal), lo cual igualmente ha tenido un aumento del triple en su matrícula (sin considerar los becarios en el extranjero). Además, por la pandemia, se incluye el manejo de aplicaciones ofimáticas, TIC’s, educacional emocional, etc. El discurso capitalista señala que al aumentar la cantidad de universitarios egresados y no haber suficientes vacantes para algún trabajo, hay que diferenciarse -por lo tanto, seguir estudiando y con ello invertir (endeudarse)- de los demás “competidores” en el mercado laboral. La cantidad de “cesantes ilustrados” o profesionales que trabajan en lo que no estudiaron o bajo una precarización formal, como el sistema de Honorarios (boleta) es apabullante.
Lo anterior, se debe a la división internacional del trabajo, donde al ser un país semicolonial, con una matriz económica primaria-exportadora de materias primas con escaso valor agregado, abastecemos a los mercados internacionales o potencias imperialistas, por lo tanto existen tres carreras universitarias altamente demandas y con grandes sueldos a fin de mes: Ingenieros Comerciales, para administrar, gestionar y dirigir empresas; Abogados, para defender legalmente el saqueo de nuestros recursos naturales; y Médicos, para atendernos como trabajadores y tener buena salud para producir las ganancias de los capitalistas. Las carreras Técnicas asociadas a estas disciplinas universitarias igualmente pueden obtener un sueldo promedio de un profesor municipal con Carrera Docente. Chile sólo produce crecimiento económico para los empresarios y no desarrollo, de lo contrario, habría una industrialización y tecnologización para incentivar la producción y creación de conocimiento y abastecimiento propio, y así tener pleno empleo para la cantidad de jóvenes egresados de sus estudios superiores.
¿Por qué entonces nos referimos a olvidos, renuncias y renovación en la pequeña burguesía universitaria? Concretamente, ya no es el sindicato, ni el comité de huelga, ni el comité de pobladores ni la fábrica/industria/empresa/tienda/supermercado o población, sino que el imaginario, organización y acción militante es la Universidad. Si ponemos atención, la evolución política tiene una línea clara acerca de la “profesionalización” de los futuros dirigentes del país (o del capitalismo). De dirigentes universitarios pasan a Diputados, posteriormente a Alcaldes, Constituyentes, Ministros y/o Subsecretarios y luego a Presidente de la República. Camila Vallejos, Nicolas Grau, Giorgo Boccardo, el propio Boric, fueron dirigentes de la FECH y/o CONFECH. Toda una experiencia en el régimen y las instituciones (espacios) que otorga el capitalismo, cooptando las demandas populares para encauzarlas, digerirlas y aplacarlas en los márgenes culturales del país: reuniones de pasillo, lobby de empresas, corrupción, sobornos, transacciones por cargos políticos, acuerdos a espaldas de las movilizaciones, etc.
Algunos críticos nos dirán que estamos en contra que un hijo/a de un trabajador/a, dueña de casa o pobladora ingrese a la Universidad. Por el contrario, el derecho a educación gratuita siempre ha estado dentro de nuestras reivindicaciones. La crítica va dirigida a cómo se relacionan los estudios universitarios y sus profesiones con la clase trabajadora luego de egresar, titularse y buscar un trabajo. El capitalismo menciona la “meritocracia” por educación para superar la pobreza o acceder a nuevas formas y estilos de vida acorde a la remuneración por los estudios. ¿Existe realmente aquello hoy? La realidad nos demuestra que, si la juventud no accede a mayores niveles de educación y/o milita en ciertos partidos políticos de “la izquierda”, las expectativas de ascenso social y acceso a la vida independiente no son realizables. Por lo tanto, ¿qué sostiene a las/los militantes del Frente Amplio y PC en sus cargos políticos actuales?
Se ha hecho un lugar común hoy hablar sobre “identidades, subjetividades, diversidades o disidencias”, para lo cual toda una gama de intelectuales universitarios ha creado heterogéneas teorías asociadas a sus propias experiencias. Así, encontramos categorías en los actuales activistas y/o militantes como: género, raza, decolonial, poscolonial, feminismo(s), masculinidad(es), patriarcado, extractivismo, subalternidad, binario y no-binario, interseccionalidad o transeccionalidad, territorio, pueblos, inter-culturalidad, plurinacionalidad, lenguaje inclusivo con X, @ o E, entre otras. Lo anterior es parte del ascenso pequeño-burgués que ha hecho carrera en las Universidades adoptando el posmodernismo, es decir, el discurso del “lenguaje crea la realidad”, donde existe una imposibilidad de conocer toda la realidad objetiva e histórico-concreta, por ende, es microscópica, deleble, imprecisa, relativa, intersubjetiva, etc. Refractaria a pensar y luchar por un futuro distinto, niega la viabilidad de la revolución y el partido de combate, además de la muerte del sujeto (proletario), enfocándose en la individualidad neoliberal, presentismo (aquí y ahora) y micro-saberes (las categorías previas).
No es una política antojadiza sino una estrategia o modo de vida asociada a insertarse para el capitalismo y sus carreras políticas en el régimen y sus partidos políticos. Para ello, los olvidos y renuncias, sobre todo la renovación. Al respecto, se centralizan a un conflicto territorio-régimen, donde la política de las identidades son igualadas o desvinculadas al eje capital-trabajo, es decir, la exclusión de las identidades, al ser opresiones, son elevadas a categorías independientes entre sí de la explotación, justamente porque el lenguaje (cómo me identificó o quién soy) crea la realidad particular donde vivo (qué relación tengo en y con el sistema capitalista). Esta lógica posmoderna del lenguaje toma a éste como un discurso (ideas) generado por las condiciones materiales (objetivas) de existencia, pero independiente o externalizado de ésta, por lo cual da sentido de pertenencia u orden político a cada individuo o grupo social en micro-saberes, ya que cada una tiene un “micropoder”.
Cuando los criticamos por ser pequeñoburgueses es en directa relación a un todo, su carácter de clase (profesionales liberales), con quienes se rodean (Concertación), en qué organismo o instituciones se apoyan (Congreso, las FFAA, la prensa) y para qué o quienes gobiernan (empresarios e imperialismo). ¿Cuál es la relación entre el posmodernismo universitario con las condiciones materiales en que vive la clase trabajadora? Sociedad post-industrial, dicen, pero estamos en condiciones laborales y sociales similares a la “cuestión social” del siglo XX, ejemplo, la subcontratación, precarización (boletariado) e informalidad (“emprendedores”, les llaman). ¿Cómo acceder al agua y controlar los recursos naturales-bienes comunes? ¿Cómo tener una política de pleno empleo y construcción masiva de viviendas, hospitales, escuelas, centros de salud mental? ¿Cómo romper con los acuerdos comerciales del imperialismo: TLC, TPP11, OCDE, etc.? ¿Cómo generar un aumento general de salarios y sueldos según el costo de la vida que cada día aumenta?
“Reduccionismo obrero”, señalan los frenteamplistas, “la sociedad es diversa y tiene otras miradas”, dicen. En la vida hay que elegir y éstos eligieron distanciarse política, orgánica y culturalmente de la clase trabajadora. Y es aquí donde la elección de su estrategia territorio-régimen los vuelve criminales ante el sentir del pueblo trabajador. Invalidan nuestra propia realidad ante el conflicto capital-trabajo (por ende la explotación) para, a partir de “las alturas del régimen”, mirarnos hacia abajo e ingresar como una nueva camada de jóvenes dirigentes de recambio en la administración, gestión y control del Estado capitalista. Los militantes del FA-PC no otorgan detención del poder a los organismos propios del pueblo trabajador sino una pantalla de democracia participativa que lleva la voz, desde abajo, hacia las alturas para ser sepultadas en proyectos de Ley en el Congreso, modificadas y negociadas para finalmente aprobar cambios de maquillaje que dejan las estructuras intactas. Es el discurso de “cambiar todo sin cambiar nada”: gatopardismo o gato por liebre. Lo contrario sería la nacionalización de la economía, una planificada centralizada y democráticamente de ésta y un monopolio del comercio exterior. Por lo tanto, ¿qué se puede esperar del Frente Amplio y el PC bajo esta forma de hacer política en los márgenes culturales del país?
¿Existe la izquierda hoy en Chile?
En el pasado, la lucha de clases y la revolución eran el norte de la izquierda, por lo menos en lo declarativo, por ello, surgieron las vías reformista y revolucionaria. El eje PC-PS hizo carrera por la vía reformista entre 1936-1973 por medio del “estado de compromiso social” o “benefactor”, gracias a una primaria industrialización, generación y acumulación de capital, por intermedio de beneficios económicos (aumento de salarios/sueldos) lograron dirigir a la clase trabajadora junto a una burocracia sindical privilegiada. También sumaban su inserción en el régimen político al institucionalizar sus partidos en el Congreso, viviendo de elección en elección bajo los márgenes culturales tradicionales del país. La vía “revolucionaria” reaccionó en contra de esta práctica y se postuló como una nueva izquierda, expresándose tanto en el MIR, el FPMR y el Lautaro. Las consecuencias de ello lo conocemos. Utilizamos comillas en forma subjetiva, ya que el firmante de este artículo no concuerda con nombrarla revolucionaria por el sólo hecho de tomar las armas, lo cual exigiría un análisis y crítica para otro artículo.
Ya señalamos las consecuencias desastrosas de la caída del “socialismo” real y es aquello lo que constituye la indefinición o ausencia de la izquierda en Chile. ¿Por qué? Porque ni los olvidos de la lucha de clases ni la renuncia al socialismo y la revolución son hechos aislados sino que constituye una estrategia política de quienes fueron los artífices de la “renovación socialista” en la década de los 80’. Varios intelectuales de la izquierda, Tironi, Garretón, Moulián (todos ex MAPU’s) entre otros, en el exilio se dejaron influenciar por la socialdemocracia europea (el eurocomunismo flameaba) e invalidaron el proceso de la Unidad Popular por sobrepasar los límites del régimen capitalista, tensionándolo y generando el golpe de Estado. Una crítica derechista, derrotista y desmoralizante que abrió caminos a buscar otra vía, la cual, en un primer momento fue llamada “socialista autogestionaria” que promulgaba la idea de construir “desde abajo”, dar el poder a los territorios o comunidades de base, pero bajo un esquema de democracia participativa, manteniendo el régimen democrático burgués. Al ser impracticable dicha política en plena lucha anti-dictadura, la renovación socialista, en un segundo momento, derivó en capitalista neoliberal, lo que conocemos hoy con la vieja Concertación y la Nueva Mayoría. Aún hoy se hacen llamar -y la prensa los ayuda- como “Socialismo democrático”. El mal chiste se cuenta por sí sólo.
En síntesis, la renovación socialista vino a ocupar el espacio ideológico ante la caída del marxismo como estrategia política para validarse, ser aceptados e integrarse a administrar el Estado capitalista y los negocios de los empresarios. Como la revolución, el socialismo y la clase obrera estaba muerta, la vieja izquierda pasó de las trincheras a los palacios de gobierno y sus márgenes culturales. Hoy, el Frente Amplio argumenta en parte a dicha estrategia, siendo hijos ilegítimos de la renovación socialista, ya que si bien rechazan (de palabra) a su padre (la Concertación), han actualizado su obra adoptando el posmodernismo en y desde las universidades. Una renovación de la renovación o una renovación 2.0, la cual es sustentada por su carácter de clase, pequeña-burguesa liberal y universitaria. El Partido Comunista está incorporado plenamente a dicha renovación.
Tiene completo sentido cuando la exclusión está por sobre la explotación, por ende, el centro de la actividad política de las/los frenteamplistas y comunistas es seguir dentro y apoyar los márgenes culturales del país. Son ellos, como joven generación, quienes disputan espacios hacia la clase dominante que detenta el poder. Recordemos que G. Jackson llegó a diputado por un pacto por omisión con la Concertación (PPD) y Boric fue candidato a Presidente reuniendo las firmas necesarias, a contrarreloj, para legalizar a Convergencia Social como partido político. Se puede resumir esta política en una lógica formal cartesiana: “Me inserto (porque estoy excluido de la “democracia”), luego existo” o “Soy (porque mi identidad está invisibilizada, negada u oprimida), luego existo”.
Lo anterior es un aspecto polémico porque “trabajo-me alimento-me visto-me educo-vivo la vida, luego existo” es consustancial a los olvidos, renuncias y renovaciones del eje FA-PC. Polémica porque se combinan dos aristas bajo el prisma neoliberalista, es decir, el derecho democrático a ser elegidos y representar a una base social de la población y la opresión hacia identidades y/o comunidades pluridiversas en su derecho a existir (Ser). Como la “sociedad post-industrial” ha triunfado, desvinculándose al sujeto del mundo del trabajo (¿y cómo vivimos?), cada uno/individuo/persona se tuvo que aferrar/sostenerse en su orfandad a su propio ser (Yo). Nacía el individualismo promovido por el capitalismo neoliberal. Sin embargo, las opresiones a disidencias heteronormativas o de nacionalidades -ambos de larga data- reemergieron buscando su derecho democrático a ser reconocidos. Y aquí surgen las arenas movedizas, pues la exclusión queda en el pantano del régimen capitalista y mantiene las actuales condiciones de nuestra vida material. Tampoco es un equilibrio de meditación budista el paralelo u horizontalismo de ambas, sino que en el actual régimen todo derecho democrático es intrínsicamente ilegítimo, por lo tanto, o sólo una república socialista pluridiversa entregará, reconocerá y validará las nacionalidades e identidades o el régimen democrático-representativo cooptará dichas demandas, las transformará en un discurso “progresista” pero manteniendo todas las estructuras que generan esa exclusión y discriminación-negación. Exclusión y explotación son desiguales y combinadas entre sí y quien elige la primera opción conscientemente elige diferenciarse de su condición social por medio de adscribir al posmodernismo y convertirse en una nueva élite dirigente del capitalismo.
No es ajeno escuchar entre activistas, militantes o luchadores, la carencia o ausencia de un norte que los guíe, la incapacidad de pensar en un sueño, visión, proyecto, idea contra alternativa al capitalismo. Algunos ni siquiera saben del pasado, otros lo olvidaron, otros lo silencian, otros se quedan en la autocomplacencia y otros abrazan y legitiman lo actual para ascender (FA-PC). No podemos ser sectarios, pues entre la dirigencia del FA-PC y sus bases militantes hay diferencias. Las primeras tienen redes de contacto con los partidos de la concertación (algunos son hijos/as), por lo tanto, tienen un “capital cultural” asociado a esos márgenes culturales que degusta Bassa, mas otros, como sus bases, emergen de hijos de profesionales liberales empobrecidos o estancados, dentro del capitalismo, y de poblaciones obreras y populares. Ambos ven que el único camino para ascender y tener mejores condiciones de vida pasa por insertarse (no quedar excluido) en los nuevos partidos frenteamplistas. El caso de Karina Oliva es sintomático: Cientista Política nacida en una población popular de Puente Alto, pero que impregnó su carrera política de los mismos métodos (nuevamente los márgenes culturales tradicionales del país) que decía combatir.
Boric es especialista en maniobras y siempre señala “No somos sangre nueva para viejas recetas”, es decir, públicamente rechaza identificarse con la “vieja” izquierda porque la considera fracasada, mas gusta identificarse como “nueva izquierda” gracias a la renovación posmodernista al que considera el nuevo verbo. Universidad, posmodernismo, democracia representativa (cargos políticos, como diputado y ahora Presidente) son consustanciales a esas “nuevas” (viejas) estrategias políticas. ¿Por qué? porque la supremacía del conflicto territorio-régimen y la exclusión por sobre la explotación y opresión sobrevive exclusivamente de reivindicaciones democráticas inter-régimen, por ende, una versión neo-etapista de la “revolución democrática” o en su defecto un abrazo al neorreformismo.
¿Qué quiere decir lo anterior? El viejo reformismo del siglo XX señalaba que el socialismo llegaría -algún día- vía conquistas económicas, elecciones y por medios pacíficos, un discurso sustentado en países capitalistas imperialistas que obtenían sus ganancias gracias a la explotación de sus colonias y la extracción de sus riquezas naturales. Era el famoso “estado de bienestar”. Por el contrario, el neorreformismo -hermano tardío del viejo reformismo, pues ambos rechazan la revolución y el socialismo- actúa bajo una lógica similar: aumento de impuestos y redistribución de la riqueza o gasto social focalizado, pero sin desmontar las bases estructurales del capitalismo, como, por ejemplo, las nacionalizaciones. ¿Dónde están los cambios o transformaciones profundas del FA-PC? Un reformismo sin reformas. Es lo que llaman “estado social de derecho” o “democracias posneoliberales”. El FA-PC podrán decirse antineoliberales, pero no son anticapitalistas y tampoco socialistas, sino que buscan una “humanización del capitalismo”, por ende, la supremacía de la exclusión por sobre la explotación-opresión. Y tenemos ejemplos de su política: Syriza en Grecia y PODEMOS en el Estado Español o más cercano, el “neoliberalismo popular” de Jadue en Recoleta.
Aquella nueva izquierda prepara las viejas derrotas del siglo XX. Aquella sangre nueva es la sepulturera de nuestra revolución de octubre. Solo un gran movimiento popular podría derrotar la deriva posmodernista y el ascenso de la pequeña burguesía universitaria para poner al frente a la clase trabajadora, mas se necesita la organización, lucha y conciencia, recuperando nuestra Historia, métodos, moral y tradición para reconstruir el significado y sentido de ser de izquierda, clasista, socialista y revolucionaria. Más que nunca se antepone una política clase contra clase: hacer la revolución, pensar el socialismo. No somos ciegos a los cambios estructurales y específicos en estos años de capitalismo neoliberal, por ello, la actualización programática al servicio de revitalizar y reorganizar a la clase trabajadora es la tarea de quien se considera revolucionario/a. Somos nietos/as de los obreros/as de los cordones industriales, hijos/as de nuestros jóvenes padres en las protestas populares contra la dictadura y la generación de la revolución de octubre.
Tal como se ha escuchado a la derecha y los “constituyentes de izquierda” contra María Rivera, recordando al viejo Zapata, “Merecen a Sus Señorías las expresiones de este loco, tal vez porque de locos se ha tratado a los comunistas. (…) Pretenden Sus Señorías reírse de este modesto proletario que ha llegado a tener un asiento en la Cámara en legítima representación de los trabajadores, quienes lo eligieron por su espontánea voluntad. Porque yo no he ido a emborrachar a los trabajadores para obtener su voto; yo no he ido a violentar la conciencia de los trabajadores para conquistar un sillón en esta Cámara; he llegado legítimamente a ocupar un asiento en esta Cámara en virtud de la majestad de la voluntad del pueblo. Y cuando en este Parlamento se mistifica con leyes que se dicen van en beneficio de los trabajadores, yo levanto mi voz y hago estas declaraciones”.[4]
1 Ver Jaime Massardo. La formación del imaginario politico de Luis Emilio Recabarren. Contribución al estudio de la cultura política de las clases subalternas de la sociedad chilena. Santiago, LOM Ediciones, 2008.
2 Véase “Tesis, manifiestos y resoluciones. Cuatro primeros Congresos de la Internacional Comunista. 1919-1923”. Pp. 91-97. Disponible en https://www.marxists.org/espanol/tematica/internacionales/comintern/4-Primeros3-Inter-2-edic.pdf
3 Para un mayor conocimiento general, véase la web de la LIT-CI y el especial de los 30 años de la disolución de la URSS en https://litci.org/es/30-anos-disolucion-de-la-urss/ En forma específica, ver Martín Hernández. El veredicto de la Historia. Rusia, China, Cuba… De la revolución socialista a la restauración capitalista. Sao Paulo, Ediciones Marxismo Vivo, 2009
4 M. Hidalgo y E. Zapata. Idem. Ennegrecido nuestro.