por Roberto Monares

Innumerables veces nos han escuchado decir que el proceso de la Convención Constitucional, así como lo que plantea la propuesta de Nueva Constitución, despiertan ilusiones en miles de personas. En estas últimas semanas hemos visto en las redes sociales a activistas llamando a votar apruebo convencidos que por esta vía es posible terminar con el Chile de los abusos de los 30 años, pues en esta Nueva Constitución se proclaman los llamados “derechos sociales”. Por otro lado, la misma campaña del Rechazo, identificada con los sectores políticos y empresariales defensores de los privilegios, genera una aparente contradicción entre la Nueva Constitución y la realidad de los intereses la burguesía. Es por este motivo que a través de estas páginas queremos realizar algunas precisiones políticas.

¿A que nos referirnos cuando hablamos de ilusiones Constitucionales?

En el mundo actual, buena parte de la izquierda reformista1 viene desarrollando el programa de los derechos sociales. PODEMOS en España y Apruebo Dignidad en Chile son ejemplo de aquello.

Hace una década atrás, el Chavismo en Venezuela, Rafael Correa en Ecuador y Evo Morales en Bolivia crearon nuevas Constituciones proclamando dichos derechos. Hoy podemos decir con certeza que ninguno de esos gobiernos transformó la realidad de sus pueblos. Esto porque existe una contradicción entre la proclamación jurídica de un derecho y la mantención de la base capitalista de esos países. La Nueva Constitución chilena es un nuevo ejemplo de ello. Esa contradicción genera lo que denominamos “ilusiones constitucionales”.

En América latina se encuentran vigentes Constituciones Políticas que en su contenido son profundamente progresistas, que establecen en lo formal un conjunto de garantías al servicio del pueblo, pero esto solo se mantiene como fachada para engañar a los trabajadores. Haremos una comparación entre algunas de ellas para ayudar a sacar conclusiones:

I.- En Ecuador, luego de una crisis social, el año 2008 se realizó una Asamblea Constituyente, hoy podemos leer la Constitución ecuatoriana producto de esa “Asamblea Constituyente” que, en su Artículo 1 dispone: “El Ecuador es un Estado constitucional de derechos y justicia, social, democrático, soberano, independiente, unitario, intercultural, plurinacional y laico. Se organiza en forma de república y se gobierna de manera descentralizada.

La soberanía radica en el pueblo, cuya voluntad es el fundamento de la autoridad, y se ejerce a través de los órganos del poder público y de las formas de participación directa previstas en la Constitución.

Los recursos naturales no renovables del territorio del Estado pertenecen a su patrimonio inalienable, irrenunciable e imprescriptible.”

Sin embargo, la realidad dista mucho de ese Artículo 1, porque Ecuador es un país muy desigual, con altas tasas de pobreza y marginación lo que provocó en junio del 2022 durante 18 días un levantamiento popular que recorrió el país. Las calles y caminos del país fueron bloqueados y en las ciudades hubo violentas protestas contra el gobierno de Guillermo Lasso, que ha sumido al país en una inmensa crisis social. Ya duramente golpeado por la pandemia, ahora enfrenta una inflación galopante y un enorme desempleo. Esta fue la segunda explosión en menos de 3 años y durante la vigencia de la nueva Constitución.

Asamblea Constituyente de Ecuador

II.- En Chile, la propuesta de Nueva Constitución aprobada por la Convención Constitucional, que será sometida a plebiscito el próximo 4 de septiembre va en curso similar. Veamos el Articulo 1:

1. Chile es un Estado social y democrático de derecho. Es plurinacional, intercultural, regional y ecológico.

2. Se constituye como una república solidaria. Su democracia es inclusiva y paritaria. Reconoce como valores intrínsecos e irrenunciables la dignidad, la libertad, la igualdad sustantiva de los seres humanos y su relación indisoluble con la naturaleza.

3. La protección y garantía de los derechos humanos individuales y colectivos son el fundamento del Estado y orientan toda su actividad. Es deber del Estado generar las condiciones necesarias y proveer los bienes y servicios para asegurar el igual goce de los derechos y la integración de las personas

en la vida política, económica, social y cultural para su pleno desarrollo.”

III.- Y si de comparación se trata, veamos la Constitución de 1980 de Pinochet (legitimada por la ex-Concertación), que siendo escrita bajo un régimen de represión, muerte y desigualdad, en su Artículo primero proclama “Las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos” y luego continua: “El Estado está al servicio de la persona humana y su finalidad es promover el bien común, para lo cual debe contribuir a crear las condiciones sociales que permitan a todos y a cada uno de los integrantes de la comunidad nacional su mayor realización espiritual y material posible, con pleno respeto a los derechos y garantías que esta Constitución establece.

Ilusiones Constitucionalistas: Tomar por existente un régimen que en realidad no existe.

Cualquier trabajador o dirigente sindical podrá reconocer que existen muchas leyes laborales en el país que son burladas por los empresarios y que podrán cumplirse en las empresas que exista un sindicato que vigile su cumplimiento. Esta relación, entre derecho y organización, tomada como ejemplo en una sola empresa se puede generalizar a nivel de todo el país. Si comprendemos que la Nueva Constitución mantiene el poder de las 10 familias más ricas de Chile y las transnacionales que hoy gobiernan a través del gobierno de Boric, conserva la casta política en el Parlamento, las cúpulas de las Cortes en el Poder Judicial y la oficialidad de las Fuerzas armadas, entenderemos que el problema de la implementación de los derechos no tiene relación, únicamente, con lo que está escrito y sí con una cuestión de quién tiene la fuerza y el poder.

El revolucionario ruso y maestro de la clase trabajadora, Vladimir Lenin, definió en 1917 a las ilusiones constitucionales como “el error político que consiste en tomar por existente, normal, jurídico, reglamentado y legal, en una palabra, «constitucional», un régimen que en realidad no existe”. Un régimen constitucional como existente, reglamentado, pero que en realidad no existe. El capitalismo y sus instituciones utilizan las ilusiones constitucionales para embellecer un sistema basado, en realidad, en la guerra, la explotación y la represión. Lenin enseño que la clase trabajadora debe poner la atención en la fuerza, la organización, la disputa por el poder, del cual el derecho constitucional burgués es una apariencia. Y la movilización es el camino más directo de la experiencia del movimiento de masas.

La experiencia de la Revolución Rusa de octubre de 1917 revela que las ilusiones constitucionales pueden ser conducidas hacia una perspectiva. Luego de la toma del poder por los trabajadores, los bolcheviques (partido de Lenin, que lideró la revolución) mantuvieron la convocatoria de la Asamblea Constituyente, pero supeditada al reconocimiento y subordinación al poder de los consejos obreros y populares (soviets). Así, la propuesta de Constitución Política de la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas de 1918, también denominada como “Declaración del pueblo trabajador y explotado”, la cual nosotros reivindicamos como la más avanzada del mundo, disponía medidas centradas en el nuevo poder de la clase trabajadora y en la expropiación de los explotadores, socializando la tierra y las industrias y poniéndolas bajo control de los trabajadores. Esa propuesta de Constitución así decretaba, en su Artículo Primero: “Queda abolida la propiedad privada de la tierra. Se declara patrimonio de todo el pueblo trabajador toda la tierra, con todos los edificios, ganado de labor, aperos de labranza y demás accesorios agrícolas” y “Se ratifica la ley soviética acerca del control obrero y del Consejo Superior de Economía Nacional, con objeto de asegurar el poder del pueblo trabajador sobre los explotadores y como primera medida para que las fábricas, talleres, minas, ferrocarriles y demás medios de producción y de transporte pasen por entero a ser propiedad del Estado obrero y campesino”.

Como experiencia podemos afirmar, sin lugar a dudas, que la primera experiencia que cambió radicalmente un país en el siglo XX fue la de Rusia de octubre de 1917, experiencia de los trabajadores dirigidos por el Partido Bolchevique, luego de haber expropiado a la burguesía, quienes lograron proclamar derechos efectivos, para el conjunto de la población tales como el aborto legal y gratuito, comedores populares, educación de calidad y gratuita, acceso a la cultura y las artes. Estas experiencias resultan lecciones del presente en donde la organización y movilización independiente de los explotados podrá convertir un propósito formal, jurídico, en una realidad de millones.

1 Llamamos “reformistas” a quienes proponen mejorar la vida de los pueblos haciendo “reformas” o cambios al sistema Capitalista, pero no tienen intención de acabar con él e instaurar un nuevo sistema social

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