El 6 de julio, cuando el pueblo conmemora la Matanza de Ranquil, nos deja Luisa Toledo, mujer luchadora y esencial como muchas otras mujeres chilenas y mapuche en este territorio asediado y saqueado por las garras del capitalismo.

En esta semicolonia, donde la clase trabajadora ha luchado y está casi peor que hace un siglo, el camino de lucha y entrega mostrado por Luisa, y por sobre todo de entereza ante el vil asesinato de tres de sus hijos, ha de servirnos de guía inquebrantable. Porque nuestra lucha no es de ideas. Es por justicia, por trabajo, por dignidad para cada uno de los hijos de nuestra clase, y esa lucha, tarde o temprano, lleva a la acción revolucionaria. Contra los designios de atropellos y muerte con que los empresarios y los grupos transnacionales sellan el destino de la población trabajadora. Contra las cicatrices del saqueo que dejan en los territorios. Contra la dictadura y también contra esta democracia de los ricos en los últimos 30 años.

En la despedida a esta gran compañera, desde el MIT, Movimiento Internacional de los Trabajadores, levantamos como banderas de homenaje nuestro férreo compromiso con la organización del pueblo trabajador y la construcción del socialismo.

Hasta la victoria, siempre!



Con Luisa Toledo en la memoria
Reflexión de una compañera del MIT

Luisa…hoy y antes ha recibido el amor antes del asesinato de tus hijos, nuestros compañeros Pablo, Eduardo y Rafael. Junto a Manuel, llevando la terrible carga autoasignada de cuidar a los “cabros y cabras” que se enfrentaban a los pacos, de advertirles que no se expusieran, que se cuidaran esos días de conmemoración en el “Dia del Joven Combatiente”.

La derecha, la rancia casta de este país se encarnizó en su actuar miserable, cruel hasta lo indecible, usando a los lacayos para infligir  a sus hijos, no sólo disparar, sino rematar, torturar a Eduardo y Rafael. Perseguir y asesinar a Pablo quien también había emprendido la lucha revolucionaria.

La muerte de una revolucionaria –Luisa ha sido una revolucionaria-, pues con el dolor de semejantes crímenes a su familia y al pueblo emprendió un aprendizaje y un camino que empezaron sus hijos …su dolor, transmutado en convicción de que no puede haber lucha sin organización y que esa organización requiere de la lucha revolucionaria. De organizarnos, no sólo resistiendo, sino también usando la violencia revolucionaria, tan diferente, colectiva y para el fin de miseria y explotación, frente a  quienes prolongan la muerte lenta que es el capitalismo , en contra de reformas gatopardistas que no acabarán con esta barbarie.

Luisa hizo el camino inverso a muchos padres. Si bien traspasó su legado cristiano a sus hijos, ella asumió la lucha emprendida por ellos. Con orgullo profundo expresaba que sus hijos le habían enseñado a luchar. Le habían enseñado el camino revolucionario, quitándose-quizás – el estigma del dolor indecible de una víctima de la dictadura feroz e ir más allá. Por eso y más, seguirá siendo respetada, querida y recordada cada vez que nos inflinjan más injusticia.

Recordamos las convicciones de Luisa:












Llevaremos el legado de Luisa y todos y todas los revolucionarias de los tiempos, y diferentes lugares. Luisa se aúna a las luchadoras de todas la edades, en territorio Mapuche, en la Franja de Gaza, de El Salvador, Siria, Yemen…..Releer e interpretar es nuestra tarea para organizarnos, evaluar y seguir porque es necesario, porque sabemos que las revoluciones son imposibles hasta que se hacen inevitables.

¡Hasta la victoria!

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