Desde el día viernes 19 de octubre miles de ustedes recorren las calles de Santiago y lentamente las calles del país.

Sus uniformes y sus fusiles intentan ser parte del paisaje de las ciudades. Ya sabemos que el paso por la institución para muchos de ustedes será corto, solo el tiempo que dura el servicio Militar Obligatorio, otros quizás verán en el ejército su futuro y estabilidad laboral, una carrera profesional en las armas y el orgullo de sus padres que quizás desde una ciudad o pueblo lejano sueñan con el día de volver a abrazarlos.

Todo ello sería perfecto si integraran una institución respetada y querida. Pero ustedes y nosotros sabemos que nada de eso es posible porque el ejército chileno es dirigido por una casta que obedece al sector más poderoso del país, que los utiliza a ustedes hoy para resguardar su propiedad ayer para disparar las armas contra sus hermanos como en 1973.

Hoy hemos salido a la calle y los poderosos están muertos de miedo por que en esta batalla podrían ser derrotados y eso de ustedes depende y ellos lo saben.

Cada uno de ustedes, sus amigos, vecinos y familiares, igual que nosotros, nuestros padres y hermanos, desde el nacimiento hemos sido educados en obedecer al poderoso. Nuestros padres albañiles, obreros agrícolas, semi analfabetos y nuestras madres, costureras, empleadas domésticas o dueñas de casa durante muchos años hemos construido sus casas, cocinado sus festines, cuidado a sus mimados hijos, recibiendo un salario miserable sin más derechos que masticar la rabia, el hambre y el frío.

Hoy mientras recorres las calles cuidando la riqueza que ha sido desafiada por miles y miles hombres y mujeres cansados de tanta explotación, debes ver en cada rostro a tu hermano, a tu hijo, a tu novia a tus padres y junta rabia, mucha rabia tal como la juntamos los cientos de miles que dijimos basta y salimos a las calles hasta recuperar lo que nos han arrebatado durante varias generaciones. Soldado, conscripto, cabo y sargento, piensa en aquellas noches frías en el desierto cuidando la frontera de un país que no nos pertenece y el calor que agobia tu cuerpo joven y cansado de saber que jamás conquistarás un nivel de vida como la que tiene tu corrupto general y da vuelta tu fusil, apunta al poderoso grítale que no perteneces a su mundo, que en la vereda de la lucha están los tuyos y que solo acá lograras conquistar los derechos para dejar de ser un número y comenzar a ser integrante orgulloso de tu clase, la clase valiente y aguerrida que decidió no dar tregua a quienes intentan seamos sus esclavos.

Movimiento Internacional de Trabajadores

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