por Tamara Pouliquen

Han pasado dos años del gobierno feminista y ecologista de Apruebo Dignidad y la exConcertación, pero nada ha cambiado para las mujeres de la clase trabajadora. Las promesas de Boric en torno a reformas estructurales que prometían la reactivación económica, un nuevo sistema de pensiones y no más AFP, una vida libre de violencia y discriminación, eliminación del CAE, etc. no sólo están en el olvido, sino que hemos recibidos verdaderos ataques como clase trabajadora de un gobierno que representa claramente los intereses de las diez familias y las trasnacionales.  Así lo demuestran la militarización del Wallmapu, con las mismas armas que prueba Israel con el genocidio que lleva a cabo con el pueblo palestino; las leyes de infraestructura crítica; la ley Naín-Retamal, la ley anti-tomas y otras, que están para garantizar al empresariado el derecho de su propiedad y la continuidad del modelo capitalista-neoliberal. Hasta las “concesiones” del gobierno son hechas a la medida del empresariado, como la ley de 40h, que cambiará muy poco en la realidad de las familias trabajadoras.

El alza en el costo de la vida, pauperiza aún más al 41% de los hogares que son sostenidos por mujeres. Como “regalo” a las mujeres, el gobierno anunció que aumentarán las cuentas de luz, ya que las grandes transnacionales eléctricas necesitan aumentar sus ganancias. En el sector educacional, por otro lado, existe una enorme crisis, que se vive en las escuelas públicas y particularmente en regiones donde la implementación de los Slep ha dejado al descubierto la ineficiencia y la corrupción de los operadores políticos, privando a los hijos de las familias trabajadoras del acceso a las escuelas. La crisis de vivienda ha arrojado a familias completas a vivir confinados en rukos por nuestras calles donde reina la descomposición social y la miseria. Con la  precarización del empleo disfrazada de flexibilidad,  reina el abuso de los empresarios con la imposición de contratos a plazo fijo, incluso semanales, donde la explotación recae mayormente en los sectores más oprimidos como las mujeres, los migrantes, los negros o la juventud, con el fin de aumentar la tasa de ganancia de los empresarios y mantener salarios que no alcanzan siquiera para cubrir las necesidades más básicas, empujando a toda nuestra clase al crédito, al endeudamiento y muchas veces al narcotráfico como medio de subsistencia.
Mientras la realidad nos golpea, los ingresos de las diez familias continúan multiplicándose. Iris Fontbona, matriarca del grupo Luksic -como señala Forbes- aumentó su fortuna en 300 millones de dólares en relación al año anterior, coronándose como la décima mujer más rica del mundo y la mujer más rica de Latinoamérica.  Mientras las AFP siguen obteniendo grandes utilidades, que superan los 542 millones de pesos con nuestros ahorros previsionales, nuestras mujeres se siguen jubilando con pensiones mínimas. Mientras las Isapres consiguen un perdonazo para rebajar la deuda que tiene por haber robado a sus clientes, para las familias trabajadoras no hay ningún “perdonazo” del CAE. Mientras otros trabajan para los poderosos, nosotras seguimos con doble jornada en las labores domésticas y de cuidados. Porque bajo el sistema capitalista la miseria es proporcional a las ganancias de la burguesía.
Pero no sólo engordan los bolsillos de los empresarios, también de la casta política a través de sus fundaciones, el lobby y la corruptela que va desde la derecha hasta el frente amplio. ¿Cómo es posible que la ministra del trabajo del Partido Comunista, Janet Jara, acuda a “cenas” a puertas cerradas con el gran empresariado de las AFPs?

No sólo debemos ajustar cuentas con el gobierno, también debemos ser críticos del Movimiento feminista, pues, si bien es cierto, el movimiento mujeres ha copado las calles desde el 2018, muchas de aquellas dirigentes feministas han terminado como funcionarias ministeriales arrastrando al movimiento de mujeres a la inmovilidad frente a estos ataques. Además de eso, promueven la política del separatismo, que ha servido para atomizar aún más a la clase trabajadora. Porque la realidad que compartimos nosotras es la misma que enfrentan nuestros compañeros de clase.
Aunque este gobierno feminista, ha borrado con el codo las demandas planteadas en las calles el 2019 que nos costaron muertos, mutilados, presos y ha convertido al responsable de Piñera de aquella política criminal por parte del Estado en un mártir y buen servidor público, para nosotros, nada está olvidado y todas las demandas de aquel 18 de octubre siguen pendientes.

Hoy más que nunca debemos impulsar la unidad de la clase trabajadora y de todos los oprimidos, con total independencia del gobierno de turno y construir una plataforma de lucha que nos permita, organizar y movilizar para que la vida de las mujeres y hombres trabajadores, niños, migrantes, disidencias pueda cambiar. Es necesario, plegarse al Paro Nacional convocado por la CUT para este 11 de abril y exigir que su dirección lleve a fondo nuestras demandas.  Desde el Movimiento internacional de Trabajadores proponemos ocho medidas urgentes para las organizaciones de la clase y el pueblo:

  • Aumento del sueldo mínimo a 700.000 pesos y reajuste automático de sueldos de acuerdo al IPC;
  • Congelamiento de precios para contener la inflación, el gobierno debe congelar los precios de los bienes y servicios más básicos, como alimentos, arriendos, transporte y cuentas de luz, gas y agua.
  • La reducción inmediata a 40h sin reducción de sueldos y sin flexibilización laboral al servicio del empresariado, sin pérdida por años de servicio, con remuneración real por horas extras de trabajo.
  • Aprobación del 6 retiro y fin inmediato a las AFPs, con derecho a retiro de 100% y creación de un sistema público tripartito de pensiones controlado por los trabajadores, y no por los empresarios.
  • Renta mínima universal a cesantes e informales
  • Por un plan urgente de construcción de viviendas sociales dignas para acabar con el déficit habitacional
  • Basta de usura de los Bancos, congelamiento de los reajustes de créditos hipotecarios y suspensión de todos los remates de bienes de trabajadores. También planteamos la creación de un plan nacional de crédito blando a pequeños empresarios y la suspensión de toda la deuda CAE.
  • Para financiar todas esas medidas, confiscar las ganancias de grandes empresas y nacionalizar el cobre y el litio.

Porque nada va a cambiar para nosotras, sino cambia para toda nuestra clase, debemos luchar juntos y organizados; pero no basta sólo con la movilización. También precisamos de un cambio estructural que derrumbe el sistema capitalista y levante una sociedad socialista, que termine con la desigualdad donde todos los derechos de la mujer, sexuales y reproductivos, el derecho a decidir: aborto gratuito y legal, a una Red Nacional de Servicios domésticos y de cuidados que nos libere de la pesada carga de las labores del hogar y asegure el desarrollo pleno de cada una de nosotras. Aspiramos a una sociedad libre de toda violencia y descomposición moral; pero necesitamos un instrumento para esta lucha. Les invitamos a construir el partido de los trabajadores porque no sólo queremos igualdad ante la ley, queremos, sobre todo, igualdad ante la vida.

Por último y no menos importante. Este 8M debemos gritar muy fuerte contra el genocidio que está haciendo Israel en la Franja de Gaza, que ya costó la vida de miles de mujeres. Debemos exigir que el gobierno de Gabriel Boric rompa todos los lazos con Israel, expulsando al embajador de Israel en Chile y a todos los agregados militares de Israel en nuestro país. También debemos solidarizar con las mujeres y hombres de la clase trabajadora ucraniana que están enfrentándose a la invasión colonial de Putin, que tiene como objetivo anexar ricos territorios ucranianos para aumentar su poderío en la región.

¡Viva la lucha de las mujeres trabajadoras! ¡Viva la lucha de las mujeres mapuche, palestinas y ucranianas!

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