Por David Espinosa
La semana pasada fui a hacer compras en un gran supermercado de la Región Metropolitana. El supermercado estaba full. Para entrar me demoré una hora. Cuando entré, había una enorme fila en el sector de electrónicos y ya no había más televisores. Todos habían sido vendidos. La gente ya empezaba a gastar sus 10% de las AFPs, contrariando las “recomendaciones” de la Ministra del Trabajo de que la gente no debería salir a comprar televisores.
Más allá de la patética anécdota de la ministra, que seguramente tiene 2 o 3 televisores de última generación en su casa, la verdad es que el dinero del 10% está salvando a muchos trabajadores y trabajadoras.
Sin embargo, hay algo muy raro en el aire. Antes de la votación del proyecto de los 10% escuchábamos de los economistas, de muchos políticos y de los grandes medios de comunicación que el retiro de los 10% sería casi el fin del mundo. Una hecatombe en los mercados financieros, una tragedia para las futuras pensiones, una caída infernal hacia el abismo de la incertidumbre. Pues bien. Ahora la gente está retirando su plata. ¿Y qué está pasando? Nada de lo que ellos pronosticaron.
Sí, hubo una variación en el valor de las acciones de las AFPs, algo normal cuando hablamos de un sector que pone nuestro dinero en el mercado financiero. Esa variación tampoco fue tan importante como ya se había dado en otros momentos de crisis económica, dónde perdimos millones de pesos por “el malo humor del mercado”.
Pero no solo no hubo una hecatombe ni el armageddon. Lo que muestran las últimas noticias es que los 20 mil millones de dólares que están siendo retirados de las AFPs servirán para reimpulsar el consumo. ¡Qué impresionante! ¿Cómo ningún economista había tenido antes tan buena idea de cómo ayudar al país a salir de la crisis? Desde el inicio de la pandemia los economistas de la Universidad Católica y demás universidades burguesas debatían y debatían cuáles serían las medidas para hacer que la economía volviera a recuperarse…. Bueno, el pueblo les está enseñando.
Según datos publicados en El Mercurio de hoy (21/08), el 10% de las AFPs “activarán las ventas de 12 mil vehículos”. Según reportaje de La Tercera1, expertos consultados por ese periódico esperan que el efecto de la retirada de los 10% serán relevantes para el PIB chileno, reduciendo entre 1,5 y 2,6% la caída del PIB (o sea, casi un tercio de lo que estaba pronosticado para este año).
Es evidente que para mover la economía capitalista (producción y comercialización) es necesario que la gente tenga dinero para consumir. Si no hay consumo, la economía no se mueve. Normalmente, cuando hay una relativa “estabilidad” económica, gran parte del consumo es financiado a través de la deuda. O sea, las personas se endeudan para consumir. Eso hace que los bancos y otras instituciones financieras ganen dinero con las tasas de interés que cobran por los préstamos. Sin embargo, cuando hay una crisis económica, ese sistema de endeudamiento empieza a desarmarse. La gente pierde el trabajo (o no puede trabajar debido a otros factores, como una pandemia), pierde su renta y no tiene como consumir, tampoco puede endeudarse o pagar sus deudas. Así, no se paraliza solo la economía real, se empieza a paralizar también una parte del mercado financiero que funciona con base en el cobro de las deudas.
La crisis de 1929, la más importante hasta hoy, llevó a un importante economista inglés (John Maynard Keynes) a revisar la teoría económica liberal, que decía que el mercado -la oferta y la demanda- serían suficientes para regular la economía capitalista. Viendo las consecuencias de la crisis de 1929, Keynes escribió que para reactivar la economía era necesario que los Estados cumplieran el rol que no estaba cumpliendo el sector privado, o sea, de intervenir en la economía para moverla – invirtiendo en obras públicas para crear empleo, reactivando el consumo y tomando varias otras medidas, que quedaron conocidas como “medidas keynesianas”.
El retiro de los 10% de las AFPs en Chile es casi una “medida keynesiana”, con la gran diferencia que aquí no es la plata del fisco que está estimulando la reactivación económica y sí la plata de los propios trabajadores que estaba en las manos de privados. Ni el Estado ni el sector privado fueron capaces de garantizar esa reactivación económica.
¿Y por qué no?
Porque la burguesía chilena y la gran burguesía que controlan las AFPs y la riqueza que es producida en Chile prefiere invertir “su” dinero en el mercado financiero y no en la economía real (a no ser en casos muy específicos). El mercado financiero (gran parte de el especulativo) proporciona ganancias más rápidas. Es más fácil y lucrativo especular con el precio de las acciones/bonos/monedas que invertir ese dinero en grandes proyectos, obras públicas, etc.
Es verdad que una parte del dinero de las AFPs termina financiando algunos proyectos reales encabezados por la burguesía chilena o Internacional. Sin embargo, también es verdad que una gran masa de ese capital está fluctuando en las bolsas de valores del mundo y generando dinero para los que lo controlan sin la necesidad de producir absolutamente nada. En la actual fase del capitalismo el sistema financiero es “casi” autónomo en relación a la producción real (hasta el momento en que las “burbujas de precios” explotan).
Y el Estado chileno, ¿por qué no hace una gran inversión “keynesiana” en la economía? Porque es un Estado totalmente controlado por los mismos grupos financieros que controlan las AFPs y toda la economía del país. El propio Piñera se enriqueció ganando dinero en el mercado financiero. La familia Piñera se hizo rica no porque abrió una industria de salchichas que fue creciendo con el tiempo. Se hicieron ricos porque Piñera utilizaba dinero ajeno para especular en el mercado financiero. Para los que quieran más información sobre ese proceso pueden leer el libro “Piñera y los leones de Sanhattan”.
Pues bien. Si ni el Estado ni la burguesía son capaces de reactivar la economía, ¿quiénes lo estamos haciendo? Nosotros. Los trabajadores y trabajadoras. Cuando los obligamos a devolver parte de nuestro dinero estamos mostrando que sí, nosotros somos más capaces de administrar la economía del país que ellos.
Lo estamos haciendo de forma inconsciente, empujados por la necesidad, por la falta de trabajo, por el endeudamiento. Sin embargo, con los choques que tenemos con los de arriba y con el Estado nos vamos dando cuenta de que ellos son verdaderos parásitos arriba de nosotros. Se quedan con la riqueza que producimos y son incapaces de hacer su propia economía funcionar.
El retiro de los 10% de las AFPs son una pequeña ganada para nosotros, pero trae enseñanzas muy profundas, ya que nos demuestra que los verdaderos dueños de la riqueza producida somos nosotros, no ellos, y que nosotros somos mucho más capaces de administrar este país que ellos. Lo que nos falta todavía es consciencia de lo que estamos haciendo y organización.
No necesitamos que la burguesía nos gobierne. Necesitamos un gobierno nuestro, de la clase trabajadora. Un gobierno que tome todas las empresas de las manos de los que nos han saqueado y ponga toda la economía del país al servicio de solucionar las necesidades del pueblo. Necesitamos acabar con la economía capitalista y construir una economía socialista2, que sea administrada por los propios trabajadores y trabajadoras, que somos los que producimos toda la riqueza de Chile y del mundo.
2 Cuándo hablamos de economía socialista no estamos hablando de Venezuela, Cuba o China. Para más información sobre qué sería una economía socialista recomendamos la lectura del texto: Frente a la catástrofe capitalista, la salida es la planificación económica socialista https://litci.org/es/menu/lit-ci-y-partidos/partidos/pstu-brasil/frente-a-la-catastrofe-capitalista-la-salida-es-la-planificacion-economica-socialista/