por Comité Ejecutivo MIT
En las últimas semanas hemos sido bombardeados con publicidad de candidatos a Alcaldes, Concejales, CORES y Gobernadores. Volantes en los metros, publicidad en la televisión y en redes sociales, pancartas en los barrios. Como siempre, llueven promesas sobre seguridad, educación, salud y un largo etc. La competencia es para ver quién miente más, quién hace las mayores promesas, quién engaña (o piensa engañar) más a los trabajadores.
En los últimos años hemos votado en decenas de elecciones. De Piñera pasamos a Boric. Alcaldías de derecha dieron espacio a alcaldías “de izquierda”. Otras que eran de izquierda volvieron a ser de derecha. Entraron nuevos partidos e “independientes” al Parlamento. según ellos “Todo ha cambiado”, pero todo permanece igual.
Por otro lado, la vida del pueblo trabajador solo empeora. En los últimos tres años la inflación ha corroído el poder de compra de los trabajadores. El caos en la salud pública se mantiene igual o peor. La educación pública se desmorona mientras todo el país ve como Marcela Cubillos gana 17 millones mensuales sin dar clases, con dinero de todo el pueblo. Los suicidios de trabajadores y estudiantes por la explotación, el acoso laboral y las presiones universitarias van en aumento.
La coalición del gobierno, que prometió cambiarlo todo, no ha cambiado nada. Sigue gobernando para las familias más ricas de Chile y las transnacionales, regalando el cobre, el litio, encarcelando a los mapuche que luchan por su territorio. Boric, al lado del Partido Comunista y del PS, siguen la misma cartilla de la ex Concertación.
Los casos de corrupción estallan por todos lados, demostrando la podredumbre de la democracia de los ricos. En los últimos meses y años hemos visto cómo el poder económico corrompe a políticos, jueces, fiscales y funcionarios públicos. Las señales de descomposición del régimen político están cada vez más visibles.
Pero ahora todos nos vienen a decir que tenemos que votar por ellos para mejorar la vida. Es todo mentira.
El debate de fondo
El debate de fondo que debemos hacer no es si tal o cual candidato es más o menos honesto, más o menos luchador. El debate de fondo es: ¿es posible cambiar la realidad a través de las instituciones de este Estado capitalista?
Lo que hemos visto en las últimas décadas es que no, no es posible. Prueba de ello es que el país tuvo que estallar en 2019 para demostrar a los políticos tradicionales que el pueblo ya no soportaba tanto abuso. Y sin embargo, seguimos igual, ya que la revolución chilena no tuvo una conducción a su altura y los mismos de siempre terminaron por ahogarla, canalizándola a la vía muerta de la institucionalidad burguesa.
En las elecciones actuales debemos votar por COREs, concejales, alcaldes y gobernadores, o sea, son elecciones regionales y comunales. La posibilidad de realizar cambios a través de estas instituciones es aún menor, ya que ellas son parte del engranaje del Estado burgués, pero con recursos acotados y no pueden, por sí solas, resolver los problemas de fondo, como los sueldos, la calidad del empleo, el endeudamiento de las familias, etc. Todos los partidos del régimen saben de eso, sin embargo, siguen haciendo grandes promesas que después no serán cumplidas.
Tanto la derecha como la “izquierda” oficialista tienen distintos pactos en las diferentes municipalidades y regiones. Sus candidaturas obedecen a cálculos electorales y repartición de cargos. Los pactos y coaliciones se realizan de acuerdo con las necesidades de cada sector. Lo que está en disputa, para los grandes partidos, son aparatos estatales que ofrecen decenas o cientos de cargos para sus militantes, control de grandes sumas de dinero, oportunidad de controlar licitaciones públicas, etc. Además de eso, las elecciones son un gran negocio, ya que los votos posteriormente se transforman en dinero que es “devuelto a los candidatos”, dinero que muchas veces nunca se gastó, ya que está instalada la práctica de generar boletas de gastos falsas, como hemos visto innumerables veces en los últimos años.
Las municipalidades y gobiernos regionales también son un antro de corrupción. Esto porque no existe real control popular y fiscalización sobre los presupuestos. La población trabajadora tampoco puede definir cuáles serán las prioridades de las municipalidades o gobiernos regionales. Esta realidad afecta a municipios de derecha o dichos de izquierda, como fue el caso de Daniel Jadue en Recoleta. Jadue, que se jactaba de administrar una “alcaldía popular”, nunca transparentó o generó mecanismos de control popular sobre su municipalidad. Las “novedades” que van saliendo a la luz sobre la corrupción en Recoleta son las mismas de las municipalidades de derecha, pero en vez de militantes UDI, ahora tenemos a militantes “comunistas” ganando dinero por convenios con empresas.
Es por ello que, en estas elecciones, no debemos dar ningún voto ni a la derecha ni a los partidos del oficialismo. Ellos seguirán haciendo lo mismo que hacen siempre, gobernando el país para el gran empresariado y utilizando el aparato estatal para beneficiar a sus militantes y “fundaciones”. En los temas más importantes, tanto la derecha como el oficialismo han tenido grandes acuerdos, como la represión y encarcelamiento al movimiento mapuche y a los estudiantes, la aprobación de leyes que flexibilizan los derechos laborales (como las 40h), aprobación de leyes que fortalecen el aparato represor del Estado (Naín-Retamal y otras), la mantención de la privatización del litio (acuerdo SQM-Codelco), etc.
Ningún voto a candidatos que defienden a Nicolás Maduro
A la izquierda del pacto oficialista se ubica el pacto Izquierda Ecologista Popular, donde están Partido Igualdad, PC(AP) de Eduardo Artés, Partido Humanista, sectores filo-miristas, Partido Popular (ex militantes de Comunes y también figuras como Cristian Cuevas, ex PC y dirigente de la minería).
Este pacto, si bien hace críticas al gobierno de Boric, es un satélite del Partido Comunista. Además de defender el mismo programa del PC, de transformar el país a través de las instituciones del Estado burgués, no propone ninguna alternativa real de movilización y organización de la clase trabajadora.
Lo peor, sin embargo, tiene que ver con su posición internacional. Cristian Cuevas ha sido uno de los mayores defensores de Nicolás Maduro, dictador de Venezuela, en Chile. En las últimas elecciones fraudulentas, estuvo en Venezuela realizando lives apoyando a Maduro, mientras cientos de miles de trabajadores venezolanos en Chile tenían la esperanza de la derrota electoral del dictador. Esa “izquierda” que defiende a dictadores capitalistas disfrazados de comunistas hace un gran favor a la derecha, ensuciando las banderas de la izquierda revolucionaria.
En este mismo pacto va el PC(AP), partido neo estalinista que tiene como gran referente a los gobiernos burgueses de Corea del Norte y China y defiende al ultraderechista presidente de Rusia, Putin, que hoy masacra la clase trabajadora ucraniana.
Por ello, decimos a los trabajadores que no deben entregar sus votos a candidaturas como estas.
Llamamos a votar por candidaturas del MST y del PTR
Desde el MIT en estas elecciones no tenemos candidatos propios. Por ello, llamamos el voto a las candidaturas del Movimiento Socialista de Trabajadores (MST) y a los candidatos del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PTR). Si bien tenemos diferencias con ambas organizaciones en aspectos nacionales e internacionales, creemos que ambas presentan candidaturas, en algunas comunas, que reflejan las luchas populares y han estado comprometidas con causas fundamentales, como la lucha por Palestina. El MST lleva candidaturas en Paine (alcalde Gustavo González X 51, concejala Ana María X 282), Independencia (alcalde Francisco Becerra X 53, concejales Rainier Ríos X 299, José Rojas X 297 y Isabel Palma X 298) y CORE Santiago II (Santiago, Cerro Navia, Recoleta, Independencia, Lo Prado y Quinta Normal, Jonathan Ríos X 142) y Provincia del Maipo (Walter Cabeza X 127).1 El PTR lleva candidaturas a alcalde y concejales en Antofagasta y un concejal en Arica: lista K .2
En la comuna de Conchalí, en Santiago, llamamos a votar por Gloria Pinto para concejala (B 264), trabajadora del Hospital San José. Gloria Pinto ha sido una importante luchadora por la salud pública y hoy está siendo perseguida por la dirección del hospital, después de haber “conmemorado” la muerte de Piñera en Plaza Dignidad, expresando el sentimiento de miles de personas después del fallecimiento del odiado expresidente. Sin embargo, no podemos dejar de realizar una crítica a Gloria Pinto. Si bien conocemos su trayectoria, hemos visto que su campaña es similar a la de los demás candidatos tradicionales, planteando propuestas que supuestamente podrían ser solucionadas dentro de la institucionalidad burguesa y apuntando muy poco a la necesidad de movilización popular permanente para cambiar todo el sistema político. En los últimos años hemos visto como muchos luchadores y luchadoras sociales, al ser electos o asumir cargos de asesorías en el aparato estatal, terminan siendo cooptados por los privilegios de la institucionalidad burguesa. La única forma de combatir es levantando un programa de organización obrera y popular para la destrucción de esas instituciones . La misma crítica la extendemos a las candidaturas del PTR, que cada vez se parecen más a los candidatos de la “izquierda progresista”, reflejando una adaptación a la democracia burguesa.
En las demás comunas y regiones llamamos a votar nulo.
Es posible tener una práctica revolucionaria en los municipios
Por último y no menos importante. Desde el MIT reafirmamos que no creemos en la posibilidad de cambiar el sistema político y económico a través de la institucionalidad burguesa actual (alcaldías, Parlamento, poder Ejecutivo, etc.). Sin embargo, tampoco estamos entre los sectores anarquistas o ultraizquierdistas que no participan de las elecciones, regalando ese espacio a los partidos tradicionales y a los vendedores de ilusiones.
Desde el MIT seguimos la tradición de la III Internacional, la Internacional Comunista, que planteaba la necesidad de que los revolucionarios participen de las elecciones burguesas para difundir el programa revolucionario de ruptura con el capitalismo y de movilización de las masas trabajadoras para romper los límites de esa institucionalidad.
En relación con las municipalidades, la III Internacional planteaba:
“Los comunistas, si obtienen mayoría en los municipios, deben: a) formar una oposición revolucionaria en relación al poder central de la burguesía; b) esforzarse por todos los medios en prestar servicios al sector más pobre de la población –medidas económicas, creación o tentativa de creación de una milicia obrera armada, etc.–; c) denunciar en toda ocasión los obstáculos puestos por el estado burgués contra toda reforma radical; d) desarrollar sobre esta base una propaganda revolucionaria enérgica, sin temer el conflicto con el poder burgués; e) reemplazar, bajo determinadas circunstancias, a los municipios por soviets [consejos] de diputados obreros. Toda acción de los comunistas en los municipios debe, por lo tanto, integrarse en la obra general por la destrucción del sistema capitalista.”3
Un alcalde o concejal revolucionario, por lo tanto, debe utilizar su tribuna y poder para crear una oposición revolucionaria al poder burgués central, desafiando la legalidad burguesa y tomando medidas económicas inmediatas y de autodefensa en favor de los más pobres, impulsando la movilización y educación de los trabajadores para generar organismos obreros y populares que vayan en el sentido de reemplazar el poder burgués. Esto era lo que orientaba la III Internacional bajo la dirección de Lenin, el más importante dirigente revolucionario del siglo XX. Para hacer ese trabajo, es fundamental la construcción de un partido revolucionario que pueda controlar y orientar a sus candidatos y/o alcaldes/parlamentarios, impidiendo que se burocraticen, corrompan o traicionen las luchas del pueblo.
1Ver https://www.instagram.com/p/DAjFAbRu5lb/?img_index=1
2Ver https://www.instagram.com/p/DAL5jWnOZT2/?img_index=1
3Ver https://elsudamericano.wordpress.com/2013/09/29/el-partido-comunista-y-el-parlamentarismo-segundo-congreso-de-la-iii-internacional-1920/