por David Espinosa
Al inicio de la pandemia vimos como estallaron protestas contra el hambre en varias comunas del país. En algunos lugares, familias peleaban por las cajas de alimentos del gobierno. Más de un millón y medio de personas fueron despedidas o tuvieron que acogerse a la ley de “protección” del empleo, o sea, utilizar sus propios fondos de cesantía para sobrevivir. Resurgieron las ollas comunes. En muchos edificios y barrios se formaron pequeños centros de acopio para distribuir alimentos. Con la vuelta de las cuarentenas es muy probable que todo eso vuelva a pasar.
Por otro lado, el gobierno aprobó algunas medidas para “amortiguar” el impacto de las cuarentenas. Las cajas de alimentos fueron una de las principales y la que más recibió publicidad.
Según datos oficiales, el año pasado el gobierno gastó aproximadamente 92 mil millones de pesos para la compra de cajas de alimentos en el contexto de la pandemia (ahora están saliendo varias denuncias de sobreprecio, o sea, corrupción). Eso equivale a más o menos 124 millones de dólares. Las cajas de alimentos fueron entregadas al “70% del 40%” de los más pobres, como dijo el ex ministro Sichel de la época, o sea, a casi 3 millones de hogares.
Al mismo tiempo, durante 2020, la fortuna de la familia Luksic (encabezada por la matriarca Iris Fontbona) creció de 11 mil millones de dólares a 24 mil millones. Para traducir, la fortuna de la familia Luksic creció más de 100 veces el total de gastos con cajas de alimentos para 3 millones de hogares.
Si sumamos las fortunas de las 6 personas más ricas y sus familias (Luksic, Ponce Lerou, Piñera, Angelini y Álvaro Saieh) llegamos al monto de ¡35,6 mil millones de dólares! ¡6 familias!
Con 35,5 mil millones de dólares podríamos pagar un sueldo de 600 mil pesos a 3,5 millones de trabajadores durante un año! O sea, solo con el dinero de algunas de las familias más ricas del país podríamos garantizar la cuarentena para la mayor parte de la población pobre, que es obligada a seguir trabajando fuera de su casa, sin ningún problema.
Sigamos con los datos, para aumentar nuestra rabia…
Para 2021 el gobierno anunció un gasto de 10 billones de pesos para la salud (en un año de pandemia), el equivalente a 13 mil millones de dólares. ¡Solo con la fortuna de Luksic podríamos prácticamente doblar el presupuesto para la salud!
Y eso que no estamos hablando de las utilidades de las grandes mineras, los bancos, AFPs, etc.
Esa enorme cantidad de riqueza se concentra en las manos de algunas pocas familias porque esas familias son dueñas de todas las empresas del país (mineras, bancos, AFPs, retail, puertos, fábricas, etc.). Toda esa fortuna no fue acumulada porque esas personas trabajaron mucho. Fue acumulada a base de explotación de la mayoría de los trabajadores, de corrupción de agentes públicos, de préstamos públicos con intereses bajísimos, subsidios estatales a las empresas, etc.
Todos los problemas del pueblo tienen relación con los datos que expusimos arriba. Toda nuestra economía, la producción de riqueza, está al servicio de enriquecer a unos pocos a costa de la enorme mayoría. La precariedad de la salud, la miseria de las pensiones, la falta de tierra de los mapuche, todos esos problemas existen porque el sistema sirve para enriquecer a unos pocos.
¿Pero cómo podemos cambiar eso? Si logramos escribir en una nueva constitución que el pueblo debe tener derecho a la salud, a la educación, a pensiones dignas, etc., ¿el problema estaría solucionado?
Expropiar las AFPs, mineras y grandes empresas de las 10 familias
Para combatir la enorme desigualdad no es suficiente cobrar más impuestos a las ricos. Podemos y debemos cobrar más impuestos a los millonarios, pero eso es insuficiente, porque seguirán enriqueciéndose a costa de la mayoría de la población y controlando todo el sistema político para que apruebe leyes a su favor (la última Reforma Tributaria, por ejemplo, fue escrita por los propios centros de estudios de los empresarios y elaborada para beneficiarles).
Nosotros creemos que la única forma de garantizar salud, educación, vivienda y pensiones dignas es si expropiamos las grandes empresas para que esas sean controladas por sus trabajadores y por el pueblo. Esas expropiaciones deben ser sin indemnizaciones, porque todas esas empresas ya tuvieron ganancias saqueándonos por décadas. Tampoco queremos estatizar las empresas para ponerlas en las manos del Estado controlado por los empresarios. Codelco es un buen ejemplo de una empresa estatal que funciona prácticamente como una empresa privada – enriquece a los privados subcontratistas y utiliza sus ganancias para financiar a las Fuerzas Armadas. No queremos ir por ese camino. Este tema se desarrollará en los textos siguientes.
Las expropiaciones no son ilegítimas. Ilegítimo es que un par de familias controlen todas las riquezas producidas por la amplia mayoría de trabajadores y trabajadoras. Que un país pueda ejercer control sobre sus recursos naturales y empresas estratégicas como puertos, fábricas, empresas de energía y también sobre la salud y la educación es totalmente legítimo y necesario.
Hoy, por ejemplo, estamos viviendo un nuevo aumento del precio del cobre. ¿Es justo que toda esa riqueza de nuestro país sirva para generar ganancias a un pequeño grupo de accionistas de las grandes empresas mineras? Una de las más grandes de esas empresas es Antofagasta Minerals, de Luksic, de ahí viene gran parte de su riqueza. Las demás son, en su mayoría, extranjeras, como BHP Billiton, Glencore, AngloAmerican, etc. No deberíamos invertir todas las ganancias de la minería para solucionar los problemas de nuestro pueblo? Solo en 2018 las utilidades de las 17 principales mineras fue de 3.8 mil millones de dólares, plata suficiente para doblar la inversión en el Ministerio de Vivienda, por ejemplo. ¿Es justo que todo lo que producimos termine en las manos de algunos capitalistas que ni siquiera viven en nuestro país?
El caso de las AFPs es aún más emblemático. Son muchos los estudios que muestran que nuestra plata está invertida justamente en las empresas de las mismas familias que nombramos arriba. Con la plata acumulada en el Fondo de Pensiones y también en los Fondos de renta vitalicia (en manos de las Aseguradoras) podríamos pagar pensiones dignas a la mayoría de los trabajadores, pero eso no es posible porque el modelo de ahorro individual, donde casi toda la responsabilidad recae en el trabajador, no permite eso. La mayoría de los trabajadores tenemos trabajos precarios y no logramos acumular dinero por 30 o 40 años en nuestros fondos. Las pensiones no pueden depender solamente de las cotizaciones individuales, tenemos que recuperar un sistema de Seguridad Social dónde el Estado tome como prioridad el pago de pensiones dignas a los trabajadores y dónde los patrones tengan la mayor carga. Ese sistema de Seguridad Social no puede ser manejado por empresarios, tiene que ser manejado por los propios trabajadores y cotizantes organizados.
Sabemos que esas medidas son profundas y necesarias. No creemos que sea suficiente escribir en la nueva Constitución que la salud, educación y vivienda sean derechos sociales. La Constitución a fin de cuentas es un papel, que no tiene valor si no hay dinero para que esos derechos existan en la realidad.
Para conquistar esos derechos de forma real es necesario que el pueblo controle las empresas estratégicas del país y la riqueza producida por ellas. Con eso también empezaremos a recuperar nuestra soberanía, hoy totalmente inexistente debido a los Tratados de Libre Comercio y al control de la economía por grandes transnacionales. El 18 de octubre y las movilizaciones posteriores mostraron que con nuestra fuerza y organización podemos lograr grandes victorias. Ese es el camino que defendemos. Los trabajadores de la minería, de las AFPs, de las forestales, salmoneras, junto a los pobladores y a la juventud pueden conquistar esos cambios y recuperar lo que nos han saqueado en las últimas décadas. De esa forma, con la riqueza en las manos de la clase trabajadora, podremos empezar a solucionar los problemas de nuestro pueblo.
[…] [4] Para cambiar Chile: expropiar a las 10 familias más ricas, a las mineras y… […]