Es duro darse cuenta de que no es lo mismo celebrar un aniversario más de la Independencia de Chile, siendo de la elite política o empresarial, que hacerlo como trabajador con un aguinaldo que con suerte cubre los gastos de un merecido asado familiar. No todos los chilenos, nacidos en la misma tierra somo iguales. No lo somos ante las supuestas oportunidades que nos dará el mérito (sabemos que sólo con ser trabajador esforzado es casi imposible romper el círculo de la pobreza). Tampoco lo somos ante los Tribunales de Justicia, como ocurre cuando se es hijo de vecino o de un Larraín o de Bachelet. Así nos aprontamos a la celebración de una independencia que le fue arrebatada al pueblo trabajador, aunque nos enseñen lo contrario. Entonces, ¿qué hacemos? ¿dejamos de aprovechar este descanso? Por supuesto que no. Es uno de los pocos beneficios laborales que aún no son eliminados por la patronal. Lo que decimos los trabajadores es que tenemos que despertar la conciencia de toda nuestra clase y celebrar esta fecha con espíritu de unidad de clase y de lucha.
Saber quiénes son nuestros iguales no es difícil. Algunos trabajadores son explotados en la empresa privada en el sector de servicios como los call center, aseo o comercio, otros en la industria productiva (manufacturas, minería, forestales, etc). Otros entregan largas jornadas laborales en las escuelas, consultorios, oficinas municipales o del Estado. Pero si dependemos de nuestro propio trabajo para vivir, somos todos asalariados, y por lo tanto aliados en la lucha diaria por conseguir un sustento en condiciones dignas. Somos la tremenda mayoría que soporta las pésimas condiciones del transporte público, de la salud en los consultorios y hospitales; vivimos con la delincuencia o el narcotráfico metidos en nuestros barrios y poblaciones. A nosotros nos explotan, nos estafan con la colusión de los pollos, las farmacias y hasta el papel para el baño. Nos engañan cada vez que necesitan de nuestro voto, y nos roban mes a mes de nuestro sueldo para hacer cundir ese negocio sin nombre que son las AFP. No tenemos grandes propiedades ni empresas que nos aseguren el futuro ni el de nuestros hijos. Vivimos endeudados y maltratados por la policía y el Estado. Vivimos en las zonas de sacrificio ambiental, soportando la contaminación a gran escala, mientras que otros, siempre otros, ésos que son la minoría, disfruten de los beneficios de las millonarias ganancias que dan todas las industrias y empresas en este país eternamente en vías de desarrollo.
El monto base del aguinaldo de Fiestas Patrias 2018 para los pensionados es de $18.874 más $9.683 por cada carga familiar; $70.000 para los funcionarios públicos y para los miles de trabajadores del sector privado, depende de “la generosidad” del empleador. Esas condiciones tan desiguales, nos tienen que hacer pensar en cómo y por qué es posible que en un país con tanta riqueza (en recursos naturales y producción) la torta esté cada año más concentrada en manos de unos pocos. La torta del cobre, del litio, de las AFP y las Isapres. Necesitamos ese despertar de conciencia en todos los trabajadores. No para dejar de festejar o descansar, sino para cuidarnos y luchar juntos.
Basta de que nos sigan lavando el cerebro con el consumo y el individualismo.
Que no nos engañen los corruptos de siempre, los políticos de todos los colores. Que no nos exploten más engañándonos con un falso desarrollo que nunca nos toca.
Queremos trabajos dignos, con jornadas que nos permitan estar con nuestras familias, cuidar a nuestros hijos y tener derecho al descanso y al esparcimiento.
Queremos jardines infantiles y guarderías en donde podamos dejar a nuestros hijos bien cuidados y felices. Queremos barrios y poblaciones seguros, con lugares de encuentro al aire libre, limpios y sin contaminación, con plazas y parques verdes, salas de cine y lugares para la cultura. Queremos una segunda independencia, porque no necesitamos patrones sobre nosotros que nos digan qué hacer, cómo trabajar, cómo vivir, cuándo y cómo celebrar. Queremos acceso a buena salud y educación pública, queremos respeto, queremos acceso a la buena cultura, al esparcimiento, a vacaciones pagadas, a viviendas dignas y de buena calidad, acceso a una alimentación sana y a todos los servicios que necesitamos para un buen vivir. Lamentablemente, eso que llaman humanización del capitalismo no es posible. Si soñamos todo eso para nosotros y nuestras familias, entonces tenemos que unirnos y confiar sólo en nosotros, ayudándonos y defendiéndonos. No más confianza en ningún partido político tradicional, sea de la Nueva Mayoría, la ex Concertación, Chile Vamos, Evópoli, Frente Amplio o cualquier otro que no esté al servicio de nuestros intereses de clase, por nuestra clase, contra los intereses de la clase patronal y su sistema de explotación.
Para que disfrutemos de un merecido descanso de Fiestas Patrias, sin violencia en nuestros hogares, sin maltrato, sin trabajadores atropellados en la vía pública. Vamos a hacer un compromiso de retomar la lucha, la defensa y la unidad de la única clase que puede darle a este país una verdadera independencia. Vamos a confiar sólo en nuestras organizaciones: los sindicatos, los comités de vivienda o de allegados, juntas de vecinos o centros culturales, con verdadera democracia interna, democracia obrera. Vamos a ser solidarios entre nosotros, a dar todo nuestro apoyo público a las luchas de las zonas de sacrificio como Ventanas, Quintero, Puchuncaví, Tocopilla, Chiloé, Petorca. A las zonas golpeadas por el cierre de industrias como Linares, Freirina. A los que luchan por territorio y por autonomía.
¡Vivan todos, las trabajadoras y trabajadores de Chile!