El gobierno de Piñera, anunció el año 2018 una cantidad de reformas que de aprobarse, empeoran nuestras condiciones de vida como trabajadores. Uno de los desafíos importantes para las mujeres de la clase trabajadora es cómo las enfrentamos.

Dejamos un artículo de colaboración de la compañera Francisca Núñez, socióloga e integrante de la Asamblea de Mujeres de Pudahuel, sobre el Proyecto de Sala Cuna Universal.

Los parlamentarios de derecha, han ingresado el 2018 al congreso un proyecto de Ley que plantea que “todo hijo de madre trabajadora, hasta los 2 años de edad, tenga derecho a sala cuna a elección de la trabajadora”. Según las declaraciones del gobierno, la intención de que esta reforma se apruebe está ligada al “incremento de mujeres en el mundo laboral”.

Actualmente en el país, sólo un grupo de trabajadoras muy reducido tiene derecho a acceder a una sala cuna para sus hijos que corra por parte del patrón.

La legislación actual dictamina que las trabajadoras sólo pueden acceder al llamado “beneficio social de educación parvularia en nivel de sala cuna” si el lugar donde trabajan reúne a un mínimo de 20 trabajadoras. El actual proyecto de ley plantea que, de aprobarse, podrán optar al “beneficio” todas las trabajadoras con contratos regidos por el Código del Trabajo, sino que además podrán acceder trabajadoras independientes, el padre del niño o niña menor de 2 años de edad que tenga el cuidado personal o el trabajador, a quien, por sentencia judicial, se le haya confiado el cuidado del menor de 2 años.

Hasta acá se podría considerar este proyecto de ley como “un avance”, no completo, pero un avance, pero el problema y engaño del gobierno de Piñera se presenta al analizar la forma de financiamiento. Se plantean dos formas de financiamiento:

La primera forma de financiamiento se indica como una nueva cotización, la que se plantea que será “de cargo del empleador” por el 0,1% calculado sobre las remuneraciones imponibles de todos los trabajadores que tienen un contrato laboral. Diversos medios de comunicación ya han dado cobertura a la posición capitalista respecto de aplicación de esta nueva cotización, como por ejemplo, ya lo hizo público el presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC), Alfonso Swett:

“Valoramos el anuncio de la ampliación del beneficio de sala cuna, por cuanto estamos absolutamente a favor de toda política pública que permita la incorporación de más mujeres al mercado laboral, que favorezca la corresponsabilidad en el cuidado de los hijos y que nunca más ponga a las madres o padres ante el dilema de trabajar o cuidar a un hijo».

Pero a reglón seguido plantea que:

«debemos reconocer que, al quedar a cargo del empleador a través de la cotización previsional, constituye un impuesto al trabajo. esto significa que será más caro contratar personas, principalmente en las pequeñas empresas, lo que preocupa en forma especial en un contexto de creciente aumento de la informalidad y, con ello, de la precariedad de los empleos”.

Con esto, podemos dar cuenta de que la aplicación de esta nueva cotización del 0,1% para los costos de la aplicación de la sala cuna universal los empresarios los tomaran como un “impuesto al trabajo”, lo que significa que operará como un descuento al salario de todos los trabajadores, tal como opera el descuento previsional, el descuento de salud y el descuento mensual para cubrir el seguro de cesantía. En definitiva, los costos de la sala cuna universal, tal como lo ya lo han hecho otros derechos sociales, pretenden que los paguemos las trabajadoras y trabajadores.

La segunda forma de financiamiento que plantea Piñera, apunta a que sería un “aporte estatal de reasignaciones del aporte solidario al Fondo de Seguro de Cesantía” y que ascendería anualmente a un total de 225.792 UTM. De no ser suficientes estos últimos recursos, el complemento será de cargo fiscal. El problema con esto, es que el Fondo de seguro y Cesantía los pagamos todas las trabajadoras y trabajadores con un contrato de trabajo todos los meses en la forma de descuento a los ya miserables salarios brutos, por lo que, por segunda vez, estaremos la clase obrera pagando esta reforma. Este es otro engaño, ya que, operando como un descuento a los salarios, los fondos reunidos para el Seguro de Cesantía no es plata Estatal, sino de todos los trabajadores.

En definitiva, el llamado es a rechazar esta reforma que buscar cargar en las espaldas de toda la clase trabajadora una extensión de la sala cuna que debería ser un derecho de toda mujer. Debemos discutir entorno a los alcances de la cobertura actual, sobre las mujeres que trabajan “por cuenta propia” que quedan fuera de esta política y por reclamar que se financie no con descuentos al salario, sino que con un impuesto extraordinario a todos los empresarios por el monto que establezcamos como necesario para que su aplicación cumpla con el objetivo que de ninguna mujer se quede sin poder trabajar por no poder resolver con la doble explotación de las tareas de cuidados de los hijos.

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