Mi nombre es Karla Sepúlveda Inostroza, es importante para mí y de gran orgullo mencionar antes de todo, es que soy una mujer transgénero. También, estudiante de segundo año de la carrera de Trabajo Social en la Facultad de Humanismos Cristianos. Y actual directora de la JJ.VV. No 5 Villa Jaime Eyzaguirre. Macul.

Desearía compartir con ustedes en breves palabras, mi experiencia de vida como activista, estudiante y sobre todo, como colaboradora en la difusión y gestión social comunitaria, en los diferentes ámbitos sociales que enfrento día a día. Y remembrar etapas complejas que se viven en este devenir social. En mis inicios, el desarrollo del trabajo en terreno con mis vecinos, no fue fácil. Estamos hablando de hace 3 años atrás, existía en ese entonces una precaria información sobre las personas transgénero y la masiva mitologización sobre “el ser diferente”. Y es cierto, y no puedo dejar de reconocer, que seguimos dentro de esta idea; que las personas trans estamos fuera de las normas sociales, y es, en este momento donde mayormente somos subyugadas al sistema patriarcal. Y sometidas, presionadas bajo un régimen “androcentrista”; es por ello, la gran importancia y relevancia de instancias de reivindicaciones de nuestra comunidad Trans, LGBTI.

Cada día, existe un avance y retroceso en nuestras vidas. Lo menciono de esta forma porque, a pesar del conocimiento de la gran diversidad sexual, existen aún en nuestra actual sociedad, varias formas de manifestaciones fóbicas, tales como, homofobias, transfobias y bifobias.

Por ello, me parece muy importante este tipo de conmemoración en contra de todas estas fobias, que su único objetivo es confundir, enceguecer y replicar situaciones de odios en las personas. Por ello, creo fundamental la educación y reivindicación de nuestros derechos civiles y sociales. Y para ello, esta instancia y la creación de muchas más son clave para fomentar la concientización. Porque, no es solo un día de manifestaciones de fobias, o de protestas en contra de estas; es necesario trabajar en conjunto, y la educación cumple un rol predominante en esta lucha que debe transformarse en una constante formación.

Por ello, el trabajo realizado con la comunidad, me ha servido muchísimo para darme cuenta de que la educación recíproca es la única forma de poder entendernos, respetarnos y poder convivir en armonía con el otro.

Actualmente, como señalé al comienzo, además del trabajo en mi comunidad, quisiera mencionar que he tenido la oportunidad de conocer distintas visiones y posturas de vida. Y que a pesar de encontrar algunas de ellas muy reticentes al querer aceptar al otro, me refiero a las personas de la comunidad LGBTI, hay también la existencia de visiones positivas. Pude comprender que todo esto es, y disculpen ser retórica en esto, solo educación y una buena disposición; de aceptar que la comunidad LGBTI ha existido, existe y existirá siempre. Y que para poder cohabitar y compartir nuestras vidas, debemos ser tolerantes, comprensivos, solidarios. Y ante todo debe existir “La preeminencia del respeto”.

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