Por Pablo Valenzuela, Trabajador Minero Subcontratado

Sin dudas, al calor de los acontecimientos que se vienen desarrollando desde el 18 de Octubre pasado, la burguesía ha tratado de instalar un falso debate respecto a si los mineros hemos participado o no de la Revolución Chilena. De este modo buscan levantar cuestionamientos infundados en cierta parte de la población. Esto, con la finalidad de desacreditar a uno de los sectores más combativos y movilizados en distintas épocas de este país. Ante esta situación, nos preguntamos ¿por qué es relevante para la derecha política y económica levantar estos cuestionamientos?, ¿qué hay detrás de todo esto?, ¿por qué somos los mineros los señalados?

La burguesía muy bien sabe que sobre los mineros recae un historial de lucha y conquistas que han permitido que no sólo el sector, sino que la sociedad en su conjunto en momentos categóricos de este país, se pegue saltos importantes en derecho, beneficios y reivindicaciones tanto económicas como políticas. Conocen muy bien el empresariado y los gobiernos que hemos sido los mineros quienes hemos puesto de rodillas el sistema y su modelo. Lo hemos hecho con demostraciones de organización y lucha, utilizando los métodos de la lucha de clases, dejando en evidencia, por un lado, la capacidad de combate de los trabajadores de la minería y, por el otro, desnudando las miserias del capital que engorda a costa de la explotación, salud y vida de los trabajadores.

Cada vez que los mineros nos hemos levantado, se ha puesto en jaque este modelo y han temblado los gobiernos, cuya única respuesta ha sido la represión y el asesinato contra los mineros en lucha. Como lo fue en la matanza de la Escuela Santa María de Iquique contra los mineros pampinos del salitre en el gobierno de Pedro Montt, o la masacre del Salvador el año 1966 en tiempos Eduardo Frei Montalva, o el acribillamiento de Nelson Quichillao en pleno gobierno de Michelle Bachelet el año 2015. ¿Por qué tanta animadversión contra los mineros? ¿A qué le temen? La respuesta es una sola. Los trabajadores de los sectores estratégicos de la economía, y principalmente los mineros, somos quienes podemos en tiempos de revolución como la que se desarrolla en Chile, ser el factor decisivo a la hora de cargar la balanza a favor de la clase obrera y el pueblo pobre y trabajador.

Ahora bien, también hay que decir que los mineros somos parte integrante de cada lucha que se ha levantado, desde aquellas estudiantiles, las ambientales, por vivienda, salud, por no más AFP etc. Porque esas son nuestras propias demandas como integrantes de la clase social que debe soportar los embates del capitalismo. Y principalmente desde el 18 de octubre, hemos sabido estar en las calles, junto a millones, junto a la juventud, junto a nuestras familias, desde la cacerola hasta la Primera Línea, eso nadie lo puede desconocer. Hemos sido reprimidos y encarcelados como tantos.

Distinto es plantear que acaso los trabajadores del sector minero, organizados, en sus sindicatos, federaciones o confederaciones, en sus lugares de trabajo, han estado a la altura parando las faenas, levantando huelgas y tomándose los lugares de trabajo. Ahí hay una debilidad, pero que tampoco pasa por los trabajadores en la base, sino más bien por las direcciones burocráticas, timoratas, colaboracionistas. Ellas, hoy por hoy, y en algunos casos desde hace años, dirigen los organismos sindicales en la minería. Muchos de ellos ni siquiera trabajan, no organizan, no hacen siquiera asambleas para no tener que enfrentarse cara a cara con sus bases. Todo lo hacen y resuelven por arriba, mostrándose dóciles, acatando cada decisión de la patronal. Tampoco podemos decir que son todos los dirigentes, porque también caeríamos en meter a todos en el mismo saco, cuestión que no es así. Ha habido sindicatos con dirigentes medios que sí actuaron como cuerpo, y el ejemplo más claro es el de los compañeros de la minera Guanaco, quienes no solo se organizaron durante el histórico 12 de noviembre parando la faena, sino que incluso ahora siguen activos y actualmente en huelga. Huelga que saludamos desde este boletín, y a quienes mandamos toda nuestra solidaridad, hasta la conquista de todas sus demandas.

Pues bien, ¿qué nos queda por delante?

Ante la arrogancia del gobierno y la patronal de hacer pagar los costos de esta crisis sobre nuestras espaldas, desde La Voz del Minero llamamos a los trabajadores de la minería a organizarnos desde la base para luchar contra los despidos, contra las políticas del gobierno que traen consigo pobreza y muerte. Y también contra la propia burocracia sindical que no hace nada y que además inmoviliza. Luchar por echar abajo el subcontrato, que en el caso de los mineros es más del 70%. Debemos instalar, por la vía de los hechos, la negociación ramal con un tarifado nacional de la minería.

Debemos pelear por garantizar cuarentenas totales con sueldos íntegros, Debemos levantarnos en perspectiva de pelear por la renacionalización del cobre y los recursos naturales y estratégicos, bajo control de los trabajadores para beneficio de todos.

No podemos olvidar a los miles de presos políticos de la Revolución, trabajadores e hijos de la clase trabajadora, por los cuales exigimos su liberación. Y en momentos en que en las poblaciones se levantan contra el hambre impuesto por las políticas de este gobierno asesino, tenemos la obligación de seguir codo a codo luchando juntos en nuestros barrios junto a nuestros vecinos contra las miserias del capital.

Debemos levantar un movimiento minero potente, que podría ser una Coordinadora Nacional de Trabajadores del Sector Minero, que se plantee recuperar los organismos sindicales para pelear por estas demandas y reivindicaciones históricas y las nuevas. Y para ello debe nacer, al calor de esto, una nueva camada de dirigentes dispuestos a luchar junto al conjunto de los trabajadores por derechos y beneficios del sector. En unidad con el conjunto de la clase obrera, combatir a este gobierno, hasta que caiga, y avanzar decididamente hacia una sociedad distinta, sin explotación, sin ningún tipo de opresión. Una sociedad sin clases, superando este sistema capitalista, en la perspectiva de un gobierno obrero, en donde podamos tomar en nuestras manos nuestros destinos y el de la humanidad toda.

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