Por Comité Ejecutivo MIT


En todas las entrevistas de los grandes medios de comunicación que le hacen a nuestra compañera María Rivera, electa constituyente, los periodistas insisten en un tema: los acuerdos. Intentan, por todos los lados, plantear que lo más importante para que salga una nueva Constitución son los acuerdos.
Pero… ¿Qué acuerdos? ¿Con quiénes? Si existen propuestas de país totalmente distintas, ¿Cómo podemos ponernos de acuerdo? Alguien tiene que ceder. Y nosotros no creemos que esta vez vaya a ser el pueblo.

Desde el fin de la dictadura los principales partidos que han gobernado el país han hecho acuerdos. El acuerdo con Pinochet significó la impunidad a miles de torturadores y asesinos, significó la continuidad del modelo capitalista neoliberal. El acuerdo con Pinochet mantuvo las AFPs y el nefasto Código Laboral. Y mantuvo a los militares, que aplastaron la voluntad popular durante 20 años, con una cuota enorme de poder.

Después, en “democracia”, todas las fuerzas políticas buscaron… acuerdos. Y esos acuerdos mantuvieron el país secuestrado por algunos grandes grupos económicos y rehén de las transnacionales, que se llevan gran parte de nuestro cobre, de nuestro litio, de nuestra agua. Los políticos de los partidos tradicionales se pusieron de acuerdo con los que financiaron sus campañas para entregarles todo mientras recibían su cuota del saqueo. Así, ministros y secretarios de Estado salían de los gobiernos y entraban a los directorios de las grandes empresas de energía eléctrica, AFPs, mineras, etc.

Pero los términos de los acuerdos en los últimos 30 años nunca fueron discutidos por el pueblo. Esos términos fueron impuestos justamente por los que dominan el país – por los Luksic, los Matte, los Angelini, los Pinochet, por las grandes mineras extranjeras, por las transnacionales que controlan las AFPs. Y el acuerdo que siempre impusieron fue: todo para nosotros, nada para ustedes.

Y las fuerzas políticas que dijeron representar al pueblo, en primer lugar toda la ex Concertación y después también el Partido Comunista y el Frente Amplio, entraron en esa lógica. Y siguen con esa lógica hasta hoy. Se sometieron a los acuerdos en los términos del gran empresariado. Por eso después del 2011 Camila Vallejos y el PC salieron a convencer a la juventud que no era posible la educación gratuita y que los jóvenes deberían contentarse con un poquito más de becas. La CUT, en manos del PC/PS/DC, por largos años, prefirió negociar migajas con el gran empresariado para no “acabar con los acuerdos” que sostenían el modelo económico. El Frente Amplio, desde el “Acuerdo por la Paz”, salió a convencer al pueblo de que no era posible una verdadera Asamblea Constituyente y que debemos contentarnos con no cambiar los Tratados de Libre Comercio, con un quórum de ⅔, con mantener a Piñera en el poder. Ahora, el PC y el FA se postulan a encabezar la Concertación 2.0. Mientras se preparan para gobernar el país, van a hacer más y más acuerdos con el gran empresariado.
El pueblo rompió la lógica del acuerdo. Pero no la rompió sin avisar. En el 2001 un trabajador, Eduardo Miño, prendió fuego a su propio cuerpo en frente al Palacio de La Moneda. No es que no quería “acuerdos”, es que su vida se hizo insoportable. Fue aplastado por los acuerdos. En el 2006 y el 2011 los estudiantes salieron a las calles pidiendo, en su gran mayoría pacíficamente, educación gratuita. Nada, solo una dura represión y muchas promesas. En 2016 fue el enorme movimiento pacífico contra las AFPs. Después las mujeres. Nada. Siempre acuerdos y acuerdos dentro del Congreso, ningún acuerdo con el pueblo.

En el 2019 los acuerdos fueron rotos. Porque el pueblo se puso de acuerdo en no tolerar más tanta explotación y opresión. El acuerdo ahora es nuestro, es para cambiar todo. ¿Y cuáles son nuestros términos para un “nuevo acuerdo”? Nuestros términos son los que manifestó el pueblo en las calles: devuelvan todo lo que han saqueado en los últimos 50 años.

En las próximas luchas, la clase trabajadora va a entender que para conquistar salud, educación, pensiones y sueldos dignos, tendrá que romper definitivamente el acuerdo con el gran empresariado y con los que lo sostienen. Nosotros creemos firmemente que este fue el recado del 18 de octubre y seguimos en el mismo camino. Sabemos que sin recuperar las grandes empresas en ponerlas bajo control de los trabajadores y sin alcanzar un gobierno que sea dirigido por los trabajadores de forma democrática no vamos a solucionar los problemas del país. Con la masa trabajadora en la calle debemos imponer los términos de nuestro acuerdo. Pero no solo eso, debemos preparar las condiciones para defender los triunfos que tengamos, porque aquí el gran empresariado nunca ha respetado la democracia cuando eso signifique perder sus privilegios. No lo respetaron en 1973 y nada nos garantiza que los respetarán ahora. Los que prometen cambiar el país llegando a acuerdos con los grandes empresarios están engañando al pueblo.

Desde nuestra parte, nos pondremos de acuerdo con todos los que quieran liberar a todos los presos políticos. Nos pondremos de acuerdo con los que quieran recuperar el cobre y demás bienes minerales, el agua, las pensiones. Nos pondremos de acuerdo con los que quieren echar abajo el Código Laboral. Nos pondremos de acuerdo con todos los que quieran dar pasos firmes para cambiar de fondo la situación de opresión y explotación que vive nuestro  pueblo.

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